Este rentismo ha traído diversas consecuencias sobre nuestra economía: sobrevaluación estructural del signo monetario, capacidad de consumo notablemente superior a la capacidad productiva de la economía venezolana, satisfecha fundamentalmente con importaciones y lo que presiona sobre el alza de los precios (inflación), incremento de los salarios reales y altas tasas de ganancias en empresas que nada tiene que ver con la productividad y rentabilidad, el sector petrolero establece su hegemonía en el sector exportador, lo que repercute en la mayor dependencia económica con respecto al exterior. La cultura de la extracción y de la venta del petróleo y luego el recibir un ingreso sobre abultado que nada tiene que ver con nuestro esfuerzo físico e intelectual sino que es gracia o desgracia de la naturaleza, nos ha formado en una cultura parasitaria. Los venezolanos trabajamos pero poco producimos, de 14 millones de trabajadores activos la mayoría están ocupados en el sector servicio y comercio, la industria petrolera solo absorbe unas100 mil personas.
En Venezuela desde la colonia con la economía agroexportadora y el luego en el siglo XIX republicano y hasta nuestro día ha predominado el sector comercio y de servicio. Junto a la oligarquía de la tierra surge un fuerte sector comercial que domina el comercio en el interior de la república y el comercio exportador e importador. En la Venezuela del siglo XIX es la clase latifundista, el trabajador campesino y este sector comercial las tres principales clases sociales emergentes. Era la tierra el medio de producción predominante, el segundo era el sector comercio y de servicio.La cultura del parasitismo estatal, el consumismo, la especulación, la búsqueda del dinero fácil, el peso de las actividades y de la mentalidad comercial y de servicio por encima de la mentalidad productiva forman parte del venezolano. Esta cultura de la extracción y del ingreso rápido y violento se ha internacionalizado en los genes y la psiquis de los venezolanos. Nos hemos acostumbrados a producir poco con alto ingresos, a obtener riquezas rápidas. Lógicamente este comportamiento es más predominante en los sectores de la burguesía, pero la clase trabajadora no está exento de ella, la cultura del azar, del vivismo, amiguismo, “ponme donde hay”, es decir una cultura anti moral y corrupta forma parte de la sociedad venezolana.
Luis Buttó (2000) relaciona a la cultura del Petróleo con la cultura de la pobreza. Para Buttó en el gobierno chavista este proceso ha llegado al clímax, ha degenerado en una cultura que exalta a la pobreza como símbolo de virtud, una cultura del conformismo, y por el contrario margina al trabajo y el esfuerzo productivo y la competitividad como ejes centrales del ascenso social.
Si bien es cierto de que desde el inicio de este gobierno hay toda una política y un discurso a favor de la soberanía nacional tampoco es menos cierto que no hemos logrado la añorada soberanía económica. Lo mismos podríamos señalar en relación al trabajo, a pesar de los avances tanto en la legislación de trabajo como en la reivindicación de las clases trabajadoras, que ha hecho de este gobierno el de mayor carácter popular en la historia de este país, tenemos que reconocer que aún persiste no solo la economía capitalista como dominante sino peor aún la racionalidad y la cultura capitalista, el modo de vivir capitalista, de competencia, del lucro individual, del egoísmo, sigue predominando en el venezolano. Continuará…