Hay algo que debe destacarse, con relación a la realización de la consulta popular de este domingo 16 de Julio, convocada por la Unidad Democrática y la sociedad civil. La imposición delirante e inconstitucional que la dictadura de Nicolás Maduro y el estamento castrense que lo acompaña intenta de su farsa Constituyente, hecha a la fuerza y violentando no sólo el texto constitucional, sino con su violencia represora, a la sociedad que la rechaza, representa una acción propia de un régimen militar.
Por ello, la jornada ciudadana de este 16-J, aprobada por la Asamblea Nacional durante la sesión del pasado 5 de Julio, día en el que un grupo de seguidores del régimen arremetieron e irrumpieron de manera violenta en la sede del Parlamento, en plan de asalto y montonera, para llevar al hemiciclo una “muestra” de la propuesta “Constituyente” de Maduro, es un acto esencial y eminentemente civil, cívico y ciudadano, en respuesta a una espuria elección que pretende insuflar legitimidad, inútilmente, a un gobierno de facto.
Diversos analistas y opinadores han sugerido que de concretarse y efectuarse, tal como quiere el gobierno, la “elección” de su Asamblea “Constituyente”, el 30 de Julio, dicha acción en lugar de calmar y generar algún atisbo de solución u oxígeno a la élite militar en el poder, lo que va a ocasionar posiblemente es una intensificación de las protestas, del rechazo popular y manifestaciones de calle, además de la emergencia de nuevas contradicciones que, en la estructura interna del gobierno, y de las facciones que lo integran y sostienen, puedan hacerse públicas y visibles. La ingobernabilidad actual, se intensificará cuando la dictadura pretenda eliminar y suprimir a todos aquellos poderes e instancias contempladas en la Constitución vigente, y que son hoy factores de la resistencia institucional y democrática venezolana.
Esta jornada de movilización y protesta nacional, pues así debemos entenderla y definirla, puede convertirse en un importante impulso que le dé una base inobjetable de legitimidad moral y política a la Asamblea Nacional, y a todo el país que hoy desconoce la tiranía madurista, arropado en los artículos 333 y 350 de nuestra Ley Fundamental.
Los venezolanos ejercerán este domingo su derecho al voto, negado, bloqueado y pisoteado por el Ejecutivo Nacional, a través de sus apéndices institucionales, porque es con votos como aspiran a decidir el cambio que esperan para la superación de esta tragedia en forma de gobierno.
Transitamos días de mucha presión, de ánimos desbordados, de impotencias desparramadas por la atroz y criminal represión de los cuerpos de seguridad, devenidos esbirros posmodernos de una vocación hegemónica que aspira perpetuidad. Las horas que vienen, presenciarán que el ritmo y velocidad de los sucesos y acciones en la calle y otros ámbitos, sean quizá mayores a la de los actores políticos para reaccionar, articular sus decisiones amoldar sus estrategias.
No olvidemos lo fundamental. Ante la barbarie “constituyente” y el asedio de un régimen militar, este 16-J, nos toca a todos votar para apoyar la reafirmación de lo civil, como base de nuestra esencia republicana.