Los avances tecnológicos no son algo que se limite a los teléfonos móviles, las tabletas, los ordenadores o los coches. De hecho, incluso los dispositivos más comunes y «aburridos» de nuestro hogar pueden (y de hecho lo hacen) beneficiarse de la revolución que suponen las tecnologías más punteras.
La compañía británica Dyson es una buena muestra de ello. Se trata de una empresa que fabrica aspiradoras, secadores de pelo y ventiladores que purifican el aire, y que acaba, además, de presentar en París una división dedicada a la iluminación. En sus instalaciones trabajan 6.000 personas y no es una casualidad que la mitad de esas personas sean ingenieros. Porque los dispositivos que fabrica (presentes ya en más de setenta países) son, sin duda, completamente distintos a lo que estamos acostumbrados a ver.
¿Quién habría dicho, por ejemplo, que para diseñar un simple secador de pelo fuera necesario el trabajo combinado de 103 ingenieros durante 50 meses (más de cuatro años), invertir 60,5 millones de euros y crear todo un laboratorio de investigación capilar en el que se han hecho pruebas sobre más de 1.625 kilómetros de cabello humano? ¿O que hiciera falta inventar un nuevo tipo de motor ultraligero y patentar varias tecnologías aerodinámicas (como la Air Multiplayer) para conseguir «el ventilador o el secador perfectos»?
Evidentemente, toda esta I+D detrás de los electrodomésticos más simples y «pobres» de la casa repercute en los precios de los productos, bastante superiores a los de otras marcas. El secador Dyson SuPersonic, por ejemplo, cuesta 399 euros, y el purificador de aire Dyson Pure Hot+Cool Link, 619. La razón, según Sam Bernard, director global de Ingeniería de Dyson, es que «lo que nosotros hacemos es reinventar los productos desde cero, desarrollarlos de nuevo desde el principio, estudiando cada detalle y cada problema en profundidad y probando soluciones diferentes durante meses, o años, hasta encontrar la más adecuada». Una filosofía de empresa muy difícil de encontrar en estos tiempos, en los que impera la cultura del «usar y tirar».
Un secador de pelo revolucionario
Veamos un par de ejemplos. En el caso del secador de pelo «Dyson Supersonic», el punto de partida fue la necesidad de desarrollar un dispositivo más ligero, en el que el aire saliera de forma controlada y siempre a la temperatura adecuada, de forma que nunca quemara o dañara de alguna otra forma el cabello de los usuarios, un problema común en muchos de los secadores del mercado.
Para James Dyson, fundador de la compañía, los secadores de pelo «pueden ser pesados e ineficientes». Recuerda que después de investigarlos a fondo se descubrió que, además, pueden causar un daño importante al cabello debido a las altas temperaturas que alcanzan. «Desafié a los ingenieros de Dyson a que entendieran realmente la ciencia que hay tras el cuidado del cabello y desarrollasen un secador de pelo que acabase con estos problemas», apunta.
Comenzaron así cuatro largos años de investigación, durante los que los ingenieros de la firma estudiaron al detalle las reacciones del cabello humano a los cambios de temperatura, simulando en un laboratorio diferentes técnicas de secado. El primer resultado fue un nuevo motor digital, el Dyson V9 (en cuyo diseño trabajaron hasta 15 ingenieros) que es ocho veces más rápido y la mitad de pesado que los que utilizan las principales marcas de la competencia. Por eso, el motor puede instalarse en el mango (y no en la parte superior de la máquina), lejos del área de proximidad (o contacto) con el cuero cabelludo.
Para evitar los daños causados por el excesivo calor que suelen generar estos dispositivos, se desarrollaron además una serie de sensores que miden la temperatura hasta 20 veces por segundo y envían esos datos a un microprocesador, que controla de forma inteligente el nivel de calor. Al añadir la ya mencionada tecnología Air Multiplier (Multiplicador de Aire, la misma que ha permitido a Dyson fabricar ventiladores sin aspas), se logra además que el aire que entra en el motor se multiplique por tres, consiguiendo un flujo potente, pero controlado en todo momento por la inteligencia del procesador. Incluso se dedicó un equipo completo de ingenieros a la tarea de conseguir que el dispositivo fuera mucho más silencioso de lo habitual.
Aire limpio en todas partes
La misma filosofía se aplicó también al diseño de los purificadores de aire. Resulta curioso, desde luego, tener delante un ventilador sin aspas, pero capaz de emitir un chorro de aire más potente que el de la mayoría de los productos similares. El «milagro» es posible gracias a la ya citada tecnología Air Multiplier, la misma que Dyson aplica a sus secadores de pelo.
La investigación, en el caso de los Dyson Pure Cool Link y Dyson Pure Hot+Cool Link se centró en gran parte en el desarrollo de un filtro, llamado HEPA Dyson 360º Glass, que es capaz de eliminar hasta el 99,99% de los alérgenos y agentes contaminantes de una habitación. El filtro, en efecto, puede eliminar partículas ultrafinas de hasta 0,1 micras, algo muy poco corriente en otros purificadores de aire.
Para hacernos una idea del tamaño y el tipo de sustancias que solemos respirar en una habitación u oficina, bastará con recordar, por ejemplo, que las partículas de los gases de combustible de carbón o el humo del tabaco (las más pequeñas) miden apenas 0,1 micras; que los olores, vapores tóxicos o el humo del aceite de la cocina producen partículas de alrededor de una micra, y que las partículas en suspensión de insecticidas, gases industriales o pigmentos de pintura suelen tener unas dos micras. Bacterias, mohos, restos de carbón o cemento producen partículas mayores, de unas 5 micras, y agentes como el polen, los alérgenos, los fertilizantes o las esporas generan partículas que miden, como media, unas 10 micras.
Un estudio acerca de la calidad del aire ambiente y la salud, publicado por la OMS en 2016 indica que «la contaminación con partículas conlleva efectos sanitarios incluso en muy bajas concentraciones; de hecho, no se ha podido identificar ningún umbral por debajo del cual no se hayan observado daños para la salud». Algo que se debería tener muy en cuentasi pensamos que pasamos aproximadamente el 90% de nuestro tiempo en espacios cerrados.
El dispositivo libera una corriente de aire silenciosa, suave y continua, sin necesidad de aspas, y nos informa además en todo momento, gracias a una «app» que puede descargarse en el móvil, de la calidad del aire tanto en el interior de la habitación que ocupamos como en el exterior. Con la misma aplicación es posible manejar el purificador a distancia o programarlo para que funcione a horas determinadas.