Por la puerta del sol

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Cuando los muros del poder se desmoronan
Es ley que las fortalezas construidas sobre la mentira terminan derrumbadas. Los dictadores deliran creyendo en la impunidad de sus acciones, en la protección del poder de la brujería; creencias, trucos y engaños, es lo que aunado a sus crueles acciones, forman parte de su gran derrumbe humano, político y moral. Su pretendida autoridad absoluta se diluye en la fuerza de su relato grotesco, lleno de furia, de venganzas y de crueldades. “¡OH Macbeth! los muros de tu poder se desmoronan ante las hachas del destino” (Shakespeare)

Para condenar a sus oponentes buscaron sapos de su barrial, cuyo resultado ha sido en Venezuela la aflicción, la persecución, el hambre, las lágrimas, la muerte, la miseria y la gran represión. ¿El resultado de toda esta barbarie? La insurrección del pueblo cansado de tanta sinvergüencería, de tanta corrupción, de tanta negligencia y abandono del país, de tanta injusticia, irrespetos a la Constitución y al pueblo que exige cambio de rumbo y cambio de gobierno.

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Mussolini se creía inamovible en el poder, sus descalabros y sus miedos (como los de nuestros déspotas hoy) cada día se agigantaban, mientras en el pueblo cada día se reforzaba su espíritu de lucha y su valentía. Mussolini sudaba como sudan hoy los déspotas sus perturbaciones y degradaciones dentro de su propio pantano.

El pueblo no quiere que le sigan conduciendo el país como si fuera una carreta o una chimba buseta. ¡Ah mal chofer!! Tu falta de cabeza te lleva directo al precipicio de donde saliste y al que regresarás cargado de pecados y de penitencias que deberás cumplir ante Dios, ante el pueblo, ante la historia y ante el tribunal Internacional.

Bajo la dura condena busca Venezuela lo perdido, sus alegrías, el fruto de sus esfuerzos pasados, su trabajo, su derecho a una vida digna, la herencia de sus héroes, su libertad y hermandad del pueblo al que la justicia le fue desviada hacia la venganza por sujetos que enseñaron el hermano nacional a odiarse entre sí y a no aceptar el libre pensamiento de su vecino, su hermano y su amigo.

Los jóvenes muertos por las balas del asesino soldado hijo de la misma patria, hermano de su casta y religión, (a quienes prometió defender y no lo hizo) pudiendo más que su conciencia y su honor el dinero corruptor. También a él le será cobrado el precio de su cobardía y codicia.

La violencia e intolerancia del régimen han llevado a la desgracia de ver morir a nuestros jóvenes de la peor manera, de manos de quienes cambiaron las reglas de su protección por las reglas de su amo y el pago a su conciencia por hacerlo.
Su muerte son las lágrimas que derraman: pueblo, madres y familia ante la más brutal de las represiones de que se tenga conocimiento. Pero como a todo, Dios pone su “Hasta aquí” el nuevo Macbeth se calcina dentro de las llamas de sus propios odios, su ignorancia, desaforada codicia y sus perversidades.

El régimen todo lo ha violado. El oscurecimiento de su espíritu, el torcimiento del recto camino surgió de su violenta negación del orden natural del hombre. Su fortaleza construida sobre la mentira hoy se derrumba, el sueño de mantenerse en el poder se ciñe con los horrores de la pesadilla, la imposibilidad y la ruina y lo que es peor, para eternizarse en el poder y su autoridad espuria no ha tenido reparo en masacrar a los hijos de la patria sin compasión.

Con los pies un hombre decidió la suerte de una nación entera, precisamente esa nación es la que utilizando la cabeza ha decidido negarse a seguir siendo pasto de sus pisadas, pelota de sus patadas…

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