La cultura del bachaqueo (2/4)

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El bachaqueo representa lo peor del rentismo y la cultura petrolera, es el clímax de la miseria humana, su desaparición sea por el agotamiento de los productos importados y bienes esenciales para los venezolanos o por el control que ejerza el estado sobre la producción y distribución de los bienes tendrá que permitir el surgimiento de nuevas formas de producción y distribución.

En muchos escritos hemos analizado los daños que ha producido al país en los últimos cien años el rentismo y la cultura del petróleo. Por eso hemos señalado que la caída abrupta de los precios de este energético debían traer algunas reacciones positivas, en razón del inicio de una economía productiva y lo más importante el surgimiento de una cultura del trabajo y la producción.

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Frente a un discurso agónico y melancólico que todos los días nos repite que “estamos frente a la peor de las crisis”, “el país no tiene salida”, frente a un discurso necrológico que nos lleva como única salida a tener que abandonar el país o aplicar un suicidio colectivo, por el contrario, nosotros hemos percibido la revalorización de antiguas formas de organización y de trabajo, el trabajo de aquellos que han sido marginado de la producción capitalista, desde la producción de alimentos tradicionales, medicinas naturales, viviendas, tecnología popular. Con la crisis se ha puesto de manifiesto la creatividad del venezolano.

Sin embargo, ha sido difícil e ineficiente enfrentar la cultura parasitaria, el gobierno se ha movido en tendencias contradictorias. El proceso revolucionario con el propósito de distribuir la renta petrolera y dar repuestas a los históricamente excluidos ha profundizado algunas de estas desviaciones consumistas: desde las nuevas ciudades y urbanismos, la importación masiva de automóviles y electrodomésticos, han aumentado el consumo, así mismos los mayores ingresos- que por lo menos hasta el 2012 se mantuvieron- permitieron incrementar los niveles de vida y de consumo. Lamentablemente se cayó en el error de confundir calidad de vida con mayor consumo.

Otra desviación cometida por el gobierno socialista ha sido el de crear un clima de derechos infinitos con muy pocas responsabilidades y deberes. Desde la constitución de 1999 sus articulados nos evocan un sin números de derechos, reivindicaciones y posibilidades, pero que no van acompañada por la internalización de las responsabilidades que tiene el venezolano con el país. Desde los derechos humanos más generales hasta los más específicos derechos de los niños, mujeres, trabajadores, indígenas, afrodescendientes, privados de libertad, así como la mayoría de leyes y reglamentos aprobados durante este gobierno están cagados de buena fe y de los más hermosos principios universales de los derechos humanos y de la naturaleza, pero no es equivalente a la parte correspondiente de los deberes y obligaciones, así como los controles y los castigos a quienes incumplan.

La Venezuela petrolera, que se inició hace un siglo, fue desarticulando la cultura rural-agraria. La dependencia petrolera y el nuevo modelo de acumulación económica traen consigo un modelo cultural diverso, antagónico, contradictorio y profundamente dependiente de pautas culturales foráneas, eso fue llamado por algunos autores, como Rodolfo Quintero, La Cultura del Petróleo, quien -desde una perspectiva antropológica- se planteó analizar el fenómeno petrolero no como actividad económica sino como expresión de una cultura colonizadora.

Tal como lo señala Coppedge, no existe en la región latinoamericana ningún país que tenga características tan profundas de economía rentista, de paternalismo estatal y de clientelismo como las que históricamente han estado presentes en Venezuela, especialmente desde que el petróleo surgió como factor determinante del proceso económico nacional. Es por ello que nuestro país encarna el modelo emblemático de una cultura del subdesarrollo, con todas las connotaciones de rentismo, realismo mágico y clientelismo, reforzadas por el peso determinante que ha tenido la economía petrolera gerenciada por el Estado.
Continuará…

Pedro Rodríguez Rojas
[email protected]

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