#ESPECIAL Zona Extendida

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Una vergüenza lo vivido en el gimnasio Luis Ramos Dejó de importar quién ganaba el partido cuando el protagonismo quisieron adjudicárselo un grupo de “fanáticos del disturbio” y no de aficionados al deporte, que sintieron que la entrada les daba derecho a escupir, insultar, amenazar y agredir a los visitantes, entre directivos, miembros del circuito radial, jugadores y sus familiares, con todo y que Marinos fue el que salió triunfador.

El baloncesto venezolano ha crecido en resultados y trascendencia internacional, en capacidad organizativa, en calidad del atleta y exposición de sus clubes y selecciones, con la consecución de títulos inéditos. Pareciera que la Liga Profesional (LPB) se queda en el tiempo y no equipara ese crecimiento cuando vuelve a ser cliché que en las grandes finales se pierde el control y la violencia pasa a estar al servicio del “más guapo”. Es hora de hacer más y prometer menos. De tomárselo en serio.

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Coincidimos en que lo ocurrido al final del cotejo es una demostración de que no hay suficientes condiciones para garantizar la seguridad, que no es cosa solo de los cuatro cuartos, sino de las horas previas y las posteriores hasta la salida de la delegación visitante. Por esta vía agradecemos a nuestros colegas y amigos José Barberi y Otto Padrón por acercarse a acompañar al circuito radial visitante y tratar de mediar con los fanáticos que insultaban, agredían y amenazaban a los allí presentes.

A pesar de haber sido víctimas de agresiones y provocaciones, las declaraciones oficiales de Jorge Hernández ante lo vivido tras la derrota 92-87 de Guaros ante Marinos en el Juego 3 fueron de exigencia de mejores condiciones de seguridad para los siguientes cotejos, la denuncia por la inexistencia de protocolos adecuados y un exhorto a que sea el deporte lo que prevalezca y no la violencia.

Es llamativo que la respuesta oficial de un equipo con tanta historia en esta liga como Marinos, en las palabras de su presidente, Jesús Campos, vía Twitter, sea acompañada de adjetivos calificativos y poco honrosos en contra de la directiva crepuscular, sus hijos o de miembros del cuerpo técnico sin que se admita que hubo excesos por parte del público anfitrión que generaron reacciones en defensa de su propia integridad.

Todo lo que mal empieza, mal termina. Desde que en la mañana el equipo Guaros de Lara asistió a su práctica de tiro para encontrarse, con sorpresa, que una falla eléctrica los obligaba a trabajar a oscuras sin que hubiese alternativa alguna por parte del equipo anfitrión en el gimnasio Luis Ramos, el día comenzaba a enturbiarse.

Casi como si la naturaleza lo supiese, las dos horas previas a la salida de los crepusculares hacia el gimnasio para disputar el tercer partido de la serie final de la Liga Profesional de Baloncesto (LPB) 2017 contra Marinos de Anzoátegui fueron de intensa lluvia en el puerto oriental, lo que propició que la entrada al recinto fuese un caos.

Debido a que el acceso principal del gimnasio había quedado anegado y fue clausurado con cinta amarilla, no fuimos pocos los que, para poder entrar, tuvimos que hacerlo a través de un cerca de alambres que fue cortada para servir de puerta improvisada en uno de los lados del estacionamiento, mientras algunos trabajadores buscaban despejar el agua con una bomba de achique a menos de dos horas para que iniciase el partido.

Ojalá hubiese sido solo la lluvia o la falta de fluido eléctrico lo único que afectó esta triste jornada. . Lamentable reflejo del clima violento que caracteriza estos tiempos.

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