Con frecuencia cada vez mayor, se nos pide y con razón,rogarle a Dios por la paz de Venezuela. Comparto plenamente esa petición y constantemente ruego a Dios por la paz de nuestra Patria. La intensidad de mis ruegos y de quienes me rodean, han ido aumentando en la medida que se conoce el número de estudiantes fallecidos y los heridos habidos en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad del Estado. Parece que las fuerzas gubernamentales no tienen límite. Las protestas no son solamente por razones políticas, sino también por razones sociales y humanitarias. Falta de alimentos, medicinas, oportunidades de trabajo, ningún futuro promisor para nuestros hijos, una carestía sin precedentes, inseguridad jurídica y personal, el empeño de una ANC inconstitucional y un largo etcétera, motivan las protestas. Sólo la ayuda divina puede darnos luz y una solución pronta y definitiva a esta situación. Urge una solución a nuestra dolorosa tragedia nacional.
Por otra parte, me confunde la abundancia de opiniones que se escriben y se oyen. Todos tenemos derecho a opinar y es bueno oír los variados comentarios que aparecen, pero eso no deja de confundir. Leo y oigo comentarios según los cuales, la solución ya está a la vuelta de la esquina. Es cuestión de días, al gobierno le está reventando el problema económico en su cara. Ya no puede más, la población está harta, el gobierno ya no se sostiene. El país está paralizado. Pero a la vez oigo que el gobierno no terminará todavía, que la elección de la ANC será un hecho y “atornillará” a Maduro por mucho más tiempo y a eso debemos acostumbrarnos.
Mientras tanto continúan nuestros jóvenes en la calle, los que logro contactar me dicen estamos dispuestos a permanecer en las calles hasta que el gobierno termine. No hay retroceso posible, me dicen, no se desperdiciarán las vidas de los que ya cayeron, nuestro mejor homenaje en su memoria, será el triunfo de nuestra lucha y liberar a Venezuela. Por supuesto todo este panorama preocupa. Unos jóvenes y una población desarmada, valiente y decidida, que quiere luchar contra un gobierno armado hasta los dientes, inescrupuloso, ayudado por otros países, que aumenta cada día más su represión y cuyo único objetivo es conservar el poder,sabe lo que le viene a sus personeros si lo pierde. Como me dicen varios amigos, el problema de Maduro y su gobierno es un problema de sobrevivencia y se va a emplear a fondo para mantenerse en el poder y poco le importa las formas democráticas y menos el fondo teórico de los principios democráticos, en los cuales no cree. La Fuerza Armada Nacional (nombre señalado en nuestra Carta Magna) está obligada a intervenir, no para dar un golpe de estado, no, está obligada a intervenir para salvaguardar la vigencia de la Constitución Nacional de 1999 y proteger a quienes estamos obligados a restaurar su efectiva vigencia. Grave compromiso de todos. La constancia en esa lucha es la solución.