Tras 40 minutos de entrevista, la periodista Carmen Aristegui toma su celular: «¿Hola? Bueno, esto ya lo conoció Gobernación (el gobierno), seguramente. Muchas gracias por escucharnos», dice bromeando como si hablara con los espías del gobierno mexicano que presuntamente han estado siguiendo sus pasos.
Más allá del humor, la reconocida periodista mexicana admite a la AFP haberse sentido intimidada al saber que el gobierno presuntamente espió a reporteros y activistas, pero dijo que confiaba en que su propia profesión se convierta en su mejor aliada para protegerse.
El escándalo se desató el 19 de junio, cuando el diario The New York Times reveló que periodistas de investigación, defensores de los derechos humanos y activistas anticorrupción han sido víctimas de espionaje a través de un software fabricado por la empresa israelí NSO Group y adquirido por el gobierno mexicano.
El presidente Enrique Peña Nieto negó tajantemente las acusaciones, pero los afectados no dudaron en denunciar a su gobierno, convencidos de su implicación.
Entre ellos Aristegui, una veterana comunicadora de 53 años que en 2014 desveló un explosivo conflicto de intereses entre la esposa de Peña Nieto y una empresa contratista del gobierno por la compra de una vivienda, lo que supuso un mazazo contra la popularidad del mandatario.
La periodista supuestamente fue espiada desde 2015 a mediados de 2016.
Ahora, esa polémica se suma a la catastrófica situación que viven los comunicadores en México, calificado como el tercer país más peligroso para trabajar por Reporteros Sin Fronteras y donde han sido asesinados seis periodistas en lo que va del año.
¿En qué basaron su acusación contra el gobierno por este presunto espionaje?
A pesar de que hay la idea de que siempre se ha espiado en México, aquí la gran novedad es que hay un estudio científico que lo demuestra. Ahora la gran pregunta es si fue o no el gobierno mexicano. Yo presumo que sí, absolutamente.
-¿Qué cree que se busca con el espionaje?
Tiene, evidentemente, una intención fundamental: intimidar, hacerte vulnerable frente a tus propios miedos, frente a tu propia debilidad humana, frente a tus propias historias personales o lo que sea. Esa es una cara, digo yo, siniestra, propia de un régimen de dictadura. Éstas son las herramientas de las tiranías.
¿Eso es México? ¿México tiene prácticas propias de regímenes tiranos?
Bueno, a juzgar por lo que vemos en materia de espionaje, sí. No podemos permitir que eso ocurra en algo que pretende ser una democracia.
Siempre han sospechado del espionaje ¿por qué no denunciarlo antes?
La experiencia personal fue de desestimar el asunto en un primer momento, de asumir malamente que es un tema normal, entre comillas, el espionaje contra los periodistas.
¿Se sintió intimidada?
Por más que tengas una vida razonablemente normal, razonablemente transparente contigo misma y con tu familia, que sepas que saben todo de ti es intimidante por naturaleza.
Mantiene el buen humor, pero ¿cómo evita que esto invada su espacio íntimo?
Trato de vivir mi vida tranquilamente, de no estar pensando paranoicamente que atrás de la puerta hay un cuchillo, porque si eso ocurre con la vida de alguien es que habrán triunfado.
Yo confío, y me lo digo siempre, en que mi trabajo público como periodista se acabe convirtiendo en nuestra mejor protección.
¿Cómo se sintió al saber que su hijo menor de edad también había sido espiado?
Mal, mal. Me pareció que estaban cruzando una frontera muy grave en el gobierno mexicano. Ponte en nuestros zapatos en esas fechas. Era grave, era delicado, pero no me sentía en la confianza de ir con el gobierno mexicano y denunciar el asunto, porque yo tenía convicción de que era el propio gobierno quien me estaba buscando cosas para dañarme más.