La guerrilla marxista FARC celebrará este martes su desarme en Colombia, en un acto crucial que marcará el final del grupo armado tras unos 53 años de guerra interna, la más antigua de América.
El presidente Juan Manuel Santos y el líder guerrillero Rodrigo Londoño, conocido como Timochenko, encabezarán una ceremonia a las 10H00 locales (15H00 GMT) en la localidad de Mesetas, en el departamento Meta (centro).
«Hoy Colombia tiene la mejor noticia en 50 años: las FARC dejan sus armas y la palabra será su única forma de expresión #VivaLaVida», escribió en Twitter Santos, premio Nobel de la Paz 2016 por a sus esfuerzos por alcanzar el fin del conflicto.
El mismo lugar que hace más de medio siglo vio a la guerrilla marxista consolidarse e instalar su centro de operaciones será testigo de la dejación de armas, fruto del acuerdo de paz suscrito tras cuatro años de negociaciones en Cuba.
El conflicto armado ha dejado 260.000 muertos, 60.000 desaparecidos y 7,1 millones de desplazados.
La víspera, el grupo rebelde completó la entrega a la misión de la ONU en Colombia de 7.132 armas individuales en las 26 zonas donde están concentrados casi igual número de combatientes, informó el organismo.
Timochenko, que llegó a Mesetas el lunes, declaró este acontecimiento como «un momento histórico para Colombia».
Varios miembros de la cúpula guerrillera comenzaron a llegar a la zona de concentración Mariana Páez, en Mesetas, el mismo día que el líder guerrillero. Representantes de la ONU y del gobierno lo hacían la mañana del martes.
Destrucción de las armas
Tanto el presidente como expertos ven al desarme como un «hito» del proceso de paz, porque representa el epílogo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) luego de su creación en 1964 tras una sublevación campesina.
«Significa el fin de la principal guerrilla armada en el hemisferio occidental. Significa el inicio de un postconflicto (…) y de un proceso difícil de reconciliación en el país», fuertemente dividido ante el acuerdo de paz, dijo a la AFP el analista Jorge Restrepo.
Hasta el 1 de agosto se dejará en manos de algunos guerrilleros un número no determinado de armas para asegurar las zonas de concentración, dijo la ONU. En esa fecha, la misión «habrá almacenado todo el armamento» y «extraído sus contenedores» de esos campamentos.
En paralelo, la ONU continuará ubicando más de 900 caletas o escondites de armas de las FARC. A la fecha ha verificado 77, «de las cuales ha sido extraído el armamento y destruido municiones, explosivos y armamento inestable».
Las armas de las FARC se destruirán el 1 de septiembre y serán fundidas para elaborar tres monumentos que serán colocados en la sede de la ONU en Nueva York, en Cuba y en Colombia.
Retos de las FARC
Tras su desarme, las FARC tienen al menos dos desafíos a la vista: la justicia transicional y su futuro político.
El primer punto preocupa a las FARC debido a la demora en las amnistías e indultos a unos 3.400 guerrilleros presos, según la guerrilla, así como en la aplicación de un sistema de justicia especial.
Precisamente, las FARC divulgaron el lunes un video en el que combatientes detenidos reclaman al gobierno el cumplimiento de esos beneficios.
Pero este punto genera malestar en varios sectores, como el Centro Democrático, cuyo líder, el senador y expresidente Àlvaro Uribe, es un áspero opositor al pacto de paz por considerar que da demasiadas concesiones a los guerrilleros.
«Uno de los temas críticos es que varios miembros de las FARC hacen política sin que hayan ido a la cárcel», dijo el analista de Crisis Group en Colombia, Kyle Johnson.
Con respecto a su futuro político, los excombatientes lo definirán en un congreso previsto para inicios de agosto.
«¿Cuáles serán sus banderas políticas, en qué ideología se va a fundar? (Es) una pregunta que va a definir su éxito político», agregó Restrepo, director del centro de análisis del conflicto Ceralc.
El postconflicto
Según Johnson el postconflicto también tiene varias aristas: «la protección a los excombatientes, la sustitución de cultivos de coca (base de la cocaína) que promueven grupos armados, el narcotráfico y la corrupción» y «que el Estado llene los espacios dejados por las FARC para que otros grupos armados» no los ocupen.
La ONU sostiene que 127 activistas fueron asesinados el año pasado, la mayoría en territorios donde las FARC habían tenido presencia histórica.
La institución también apuntó que estos homicidios serían responsabilidad de distintos actores como grupos posparamilitares, criminales comunes, guerrillas como el ELN -en diálogo de paz con el gobierno desde febrero- y disidentes de las FARC.