“Si nos quieren trancar el futuro, trancaremos el país”, fue la consigna que utilizó el Movimiento Estudiantil durante su convocatoria a un Trancazo en rechazo a la Asamblea Nacional Constituyente y al proceder de las fuerzas policiales y militares del Estado en el marco de las protestas.
Banderas volteadas, ollas vacías y pancartas con llamados a la libertad eran las armas de quienes tomaron las calles de Caracas desde las 12 del día hasta comienzos de la noche.
Esta iniciativa que fue acompañada por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) benefició a quienes por razones laborales no habían podido asistir a las convocatorias, pues en lugar de tomar el tiempo de descanso decidieron apoyar la protesta de manera pacífica.
A pesar de las bombas lacrimógenas disparadas por funcionarios de la Guardia, la sociedad civil y el estudiantado se mantuvieron reclamando sus derechos.
El consejero de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), Santiago Acosta, expresó que el cambio del país dependerá de la voluntad que tenga el Consejo Nacional Electoral de convocar a unas elecciones libres y democráticas, mientras que a los ciudadanos les queda organizarse. A su juicio, la rectora Tibisay Lucena, debería pronunciarse al respecto con la misma rapidez que utilizó para aprobar el cronograma de un proceso constituyente.
Determinación
Los gases ya no son suficientes. La determinación de los venezolanos que tienen 87 días protestando ha sobrepasado el límite; no hay barreras entre el centro, el oeste y el este de Caracas. El clamor es unísono y no guarda diferencias por clases sociales como lo ha querido hacer ver el Gobierno desde el mandato de Hugo Chávez.
Se observó masiva participación por parte de habitantes de zonas catalogadas oficialistas o constantemente asediadas por grupos armados. Fue el caso de Los Verdes en el Paraíso, La Candelaria, Caricuao, Montalbán y San Bernardino, todos ubicados en el municipio Libertador.
En el otro extremo de la ciudad, los estudiantes de la Universidad Santa María tuvieron la intención de manifestar con sus manos alzadas, sin embargo, la Guardia impidió la concentración. Mientras que los ucevistas hicieron retroceder a la GNB en la avenida Los Ilustres, la misma que recibió a los estudiantes de Lara la semana pasada.
Aunque esta actividad estaba convocada para culminar a las 4 de la tarde, los protestantes no se retiraron del lugar. Incluso, quienes se encontraban en la Plaza Francia de Altamira bajaron pasadas las 5 de la tarde y gritaron algunos improperios a los funcionarios que resguardaban la Base Aérea Militar de La Carlota, el mismo lugar donde un militar de la Aviación disparó a quemarropa a David Vallenilla el pasado 22 de junio.
A bordo de motos y tanquetas recorrían el aeropuerto para constatar que no hubiese ciudadanos en la parte de afuera. En respuesta, los jóvenes colocaron piedras, ramas y rejas para restringir el paso.
El primer vicepresidente del Parlamento, Freddy Guevara, aseguró que “nuevamente volvimos a paralizar a toda Venezuela. Sigamos alzando nuestra voz por la libertad del país y preparémonos para aumentar la presión”.
Ciertamente la represión ha sido una constante en el reclamo de los derechos pero no la razón suficiente para que la ciudadanía se abstenga por miedo a resultar herido. Los puntos de protestas en Caracas siguen aumentando, lo cual demuestra la valentía de quienes no apuestan por un modelo de país que responda a ideales socialistas.
