Un triunfo en la gran final de la Liga Profesional de Baloncesto (LPB) 2017 no significaría solo inaugurar su cuenta particular de títulos nacionales para los Guaros de Lara. Los ya bicampeones de América (2016 y 2017) y de Liga Nacional (2014 y 2015) y monarcas del orbe (Copa Intercontinental 2016), sueñan con acabar la sequía de 34 años sin títulos para la entidad, tras aquel cetro obtenido por Panteras de Lara en 1983.
Esa franquicia, que había tenido su génesis en el Táchira, abandonaría el estado en 1986 para hacerse llamar Panteras de Miranda. Ha sido una asignatura pendiente acreditarse un título para Lara.
A los Guaros se les ha escapado tres veces (2005, 2006 y 2015) y solo en una etapa previa de la franquicia, cuando era conocida como Cardenales de Portuguesa (1990), se pudo alcanzar “a la llanera”, entonces con Oscar Silva como coach y un Carl Herrera en su apogeo. Los luego conocidos como Malteros (1993) y Bravos de Lara (1994-1998), que después pasarían a ser de nuevo Bravos de Portuguesa (subcampeones en 2001), dieron paso a estos Guaros a partir de la campaña 2003.
De Shepherd a Nate y Guillent
De aquel equipo del propietario Alexis Saldivia, el coach Frank O’Hallon, asistido por Celestino Aellos y Arnaldo Ortiz, a este del argentino Guillermo Vecchio, hay grandes diferencias. Los felinos cortaron una hegemonía de seis títulos al hilo de Guaiqueríes de Margarita, jugaron para 23-9 en al eliminatoria, sacaron del camino a Académicos de Caracas (4-1) en las semis y luego batieron 4-2 a Gaiteros del Zulia en la final.
Lo hicieron de la mano de un Sam Shepherd recién naturalizado venezolano, apoyado en Anthony Young, George Lett, Brett Bromman (sustituido por Randy Owens en los playoffs), y criollos como Luis Jiménez, Giovanni Fraíno, José Rodríguez, Jackson Mariño, Fernando Franco, Carlos Rivas, Carlos Vargas y Freddy Moreno.
Shepherd pudo hacer lo que luego a los Diego Guevara, Marcus Hatten (2005), Cordell Henry (2006) o Tu Holloway (2015) no se les dio: conducir a sus Guaros a un título frente a un Domo Bolivariano repleto.
¿Podrá ser esta vez con Nate Robinson y Heissler Guillent como sus armadores, un profundo núcleo criollo y complementos foráneos de primer nivel?