Edith García desde hace más de una semana presenta un cuadro de malestar intestinal. Le ha hecho caso omiso al dolor que siente cada vez que llega la hora de comer o de la constante sensación de debilidad y dolor de cabeza. Ignorar la enfermedad hasta que la misma desaparezca “porque de seguro es solo una virosis” es el análisis de cientos que no desean enfrentarse a acudir a una consulta médica para luego salir a buscar una serie de medicamentos que no se consiguen. Aunque cuando el tiempo marca que el padecimiento debe ser tratado o se mantendrá consumiendo la calidad de vida, es inevitable dejar los deberes, pasar a un segundo plano todo lo demás y ocuparse de esa alteración que advierte el cuerpo a través de una sucesión de malestares.
Se define como toda una travesía ocuparse de una enfermedad. En los centros públicos de atención médica los pacientes deben madrugar y esperar durante largas horas para ser atendidos. En el caso de las clínicas privadas las consultas más económicas oscilan entre los 12.000 y 20.000 bolívares. En el caso de García, ella presumía que contaba con el seguro médico de la empresa donde labora, sin embargo, su sorpresa luego de pedir una cita en el departamento de medicina interna, fue que su póliza tenía al menos un mes vencida. “Eso pasa últimamente, muchas instituciones no tienen cómo mantenerse y mucho menos pagarle la salud a los empleados”, le comentó un joven que la atendía detrás de un escritorio.
García canceló la atención médica con lo único que asegura le quedaba de su quincena. La consulta arrojó que debía realizarse una serie de exámenes de sangre y de laboratorio para que los galenos se percataran del origen de sus dolencias.
Sin reactivos
Para este año repunta la escasez de reactivos. La presidenta del Colegio de Bioanalistas, Judith León, informó que en todo el país existe una escasez del 90 % de materiales y repuestos usados para la corrección y prevención de los equipos autoanalizadores, necesarios en la realización de exámenes confiables. Así mismo 30 % de los laboratorios públicos en Venezuela se encuentran fuera de funcionamiento.
Es común ver cómo llegan los ciudadanos a los laboratorios con sus órdenes médicas para realizarse tanto exámenes de rutina, que permiten una evaluación holística del paciente; o para el control de algún padecimiento en específico. En los casos más urgentes hay quienes requieren de los reactivos para efectuarse exámenes preoperatorios o una valoración urgente. Sea cual sea el caso, todos deben realizar el mismo recorrido al encontrarse con la no grata sorpresa de la falta de reactivos en el mercado.
León comenta que desde hace años se ha denunciado cómo afecta el sistema de control de cambios, que el gobierno implementó en el país, al sector salud. En el año 2012 se comenzaron a introducir elementos de control en la asignación de divisas; allí comenzó a ocurrir las primeras fallas en el cumplimiento del inventario en su totalidad; a esto se le debe agregar que los procesos administrativos para adquirir las divisas, que en un principio eran de 60 días, se alargó a seis u ocho meses.
“El dólar a 10 bolívares comenzó a ser limitado y el Gobierno se encargaba de escoger a quién se lo daría, en su lista no entraba el sector salud, su excusa es que no hay divisas ni insumos para los hospitales porque bajó el precio de barril de petróleo, pero sí tienen para la comprarle material bélico como armas y bombas lacrimógenas a la fuerzas armadas”, expresó León.
A los distribuidores de materiales e insumos necesarios para procesar la muestras de sangre les fueron liquidadas las divisas, por última vez, en octubre de 2016. Sin embargo, tan solo recibieron el 0.25 % de la totalidad necesaria para abastecer el sistema nacional.
García debía hacerse sus exámenes de hematología completa y perfil tiroideo en ayunas. Más de dos horas le dedicó a un recorrido por más de cinco laboratorios para encontrar el sitio con los reactivos que necesitaba; se supone que la persona a estudiarse debe estar en ayunas y en calma, aunque lo segundo parece una opción completamente improbable en medio de esta odisea.
Dólar
Hay laboratorios que tienen hasta un año sin recibir algún tipo de reactivos por la falta de divisas. Por otro lado, existen otros que se arriesgan y hacen una inversión millonaria para adquirir las sustancias con precio de mercado paralelo. Lamentablemente sus precios son tan elevados que no todos los ciudadanos tienen los recursos para cancelarlos.
La bioanalista Sindy Moreno, trabaja en uno de estos laboratorio que tiene la disponibilidad de realizar todo tipo de examen, ella comenta que en su sucursal lo más buscado son las pruebas especiales, específicamente el perfil tiroideo y el antígeno prostático. Moreno relata que por ser una empresa privada dejaron de recibir el apoyo y divisas por parte del gobierno, desde hace un tiempo. Cuando logran comprar los reactivos tienen que subir constante y obligatoriamente los precios, por el valor que tiene el dólar en el mercado negro. El perfil tiroideo subió de 4.000 bolívares a 25.000, es decir más de 625 % de aumento en tan solo un par de meses. Un antígeno prostático que según la especialista estaba en un precio muy económico al costar 2.000 bolívares, subió a 56.000; cifra que representa más de 2.800 % de incremento, en dos meses aproximadamente. A pesar de que este tipo de exámenes se realiza una vez al año para llevar un control, los pacientes lo piensan hasta dos veces antes de hacer esta inversión. Como en el caso de Ramón Cadenas quien estaba en búsqueda de la digoxina, un tratamiento utilizado para la insuficiencia cardíaca y las arritmias, los cuales suministran en los laboratorios. Encontró el medicamento en 250 mil bolívares, al enterarse la única respuesta que pudo expresar fue: “Prefiero ir a comprar la urna que cancelar el medicamento en ese precio”.
No todos los laboratorios cuentan con un público que efectivamente cancelará los aumentos de los reactivos. Algunos no tienen la inversión para adquirirlos, por lo que decidieron sacarlos de su planificación y colocar un afiche en la entrada de su negocio para advertir a sus clientes. La trabajadora de un laboratorio cuyo nombre no quiso revelar comentó que hasta el año pasado ellos adquirían los reactivos a los distribuidores directamente desde Caracas, no obstante, asegura que estas instituciones dejaron de comercializarlos por lo que la única manera de conseguirlos es importándolos o comprándoselos a los revendedores. “Sea como sea tenemos que tener millones para hacer esa inversión y los pacientes no están dispuestos a pagar eso. Nosotros por nuestra cuenta solo ofreceremos el examen hematológico y uno que otro que consigamos”.
En opinión de la especialista León, en este país “distorsionado” hay laboratorios que traen los insumos de afuera, aunque es algo que tiene sus consecuencias. Algunos de los reactivos pueden que traigan su reconocimiento, pero hay otros que no cuentan con su certificado de recomendación. Al adquirir al dólar negro los reactivos pueden costar más de un millón de bolívares, y a eso le deben agregar el costo de los tubos de ensayo, inyectadoras y todo el material necesario para extraer las muestras, en su opinión la suma son unos montos “grotescos”.
Cuestión de suerte
“Nosotros deberíamos ser los garantes de que la Constitución se cumpla, estamos en la defensa de que el derecho a la salud se garantice y sea posible un sistema de salud gratuito, universal y que tenga todos los recursos para darle respuesta necesarias a la población venezolana. Lo que vemos es que la salud se ha privatizado, el paciente debe llevar los guantes, y todo lo necesario para ser atendido. No es justo que tengamos dinero y dólares para otras cosas pero no para garantizar la salud de todos los venezolanos”.
Para García, no solo realizarse los exámenes fue una tarea enredada, una vez que su padecimiento fue detectado y el tratamiento explicado, comienza un tour de farmacias a ver si con suerte consigue las recomendadas o algún sustituto, porque el sector farmacéutico tampoco escapa de la realidad. En el mes de enero el presidente de la Federación Farmacéutica Venezolana, aseguró que la escasez de medicamentos en el país alcanza el 85 %.
Historias como las de García la viven todos los días los venezolanos. Pacientes que desean salvarse tanto de una enfermedad sencilla como crónica se deben enfrentarse la desidia en la que se ha convertido el sistema de salud en Venezuela. En los casos más graves el único apoyo son sus parientes y la bendición o suerte de conseguir todos los insumos o recursos para ser atendidos correctamente.