Los negocios en un hilo. Visitar la zona comercial barquisimetana no deja el mismo sabor de boca de años atrás. Estantes desocupados y compradores con las manos vacías son parte de la escena actual.
Sin importar el artículo que la persona acuda a comprar, se encontrará con la misma situación: precios más altos, ausencia de mercancía, vendedores preocupados por las bajas ventas y compradores que se queja por el bolsillo.
Se acerca la temporada escolar, pero esto tampoco representa un aliento para los comerciantes. Consideran que igualmente será un periodo de caída.
Así lo estimó Jhonny Lucena, vendedor de un comercio asiático ubicado en la carrera 21, quien indicó que aunque muchas personas se acercan a preguntar por los precios de cuadernos, papel y otros, la temporada de ventas no ha iniciado.
En 2016 registraron menor actividad comercial que el periodo anterior y proyectan que para este 2017 la merma sea de un 50%, con respecto al pasado año. No sólo porque los elevados precios de mercado les impidieron equiparse con la amplia gama de productos de años anteriores, sino también porque a la familia barquisimetana le son insuficientes sus recursos.
La sorpresa de esta temporada escolar será la resma de papel bond tamaño carta, de 500 hojas, la cual se vende actualmente en Bs. 42.000 (dos terceras partes del salario mínimo de Bs. 65.021.10), es decir 1.100% más costosa que el anterior año cuando se podía adquirir en Bs. 3.600.
Esta vez los comerciantes planean ofrecer a la venta media resma, a propósito de que la inversión no sea tan compleja para el comprado y así poder salir de la mercancía.
El cuaderno que en 2016 se vendió en Bs. 600 ahora se adquiere en Bs. 2.400 y la libreta que se pagaba en Bs. 1.200 ahora alcanza los Bs. 4.600 y hasta Bs. 10.000. La caja de 12 colores pasó de costar Bs. 3.500 a Bs. 10.000. El pliego de papel bond se vende en Bs. 1.300.
Los precios no se mantienen
Las familias acuden a las papelerías y comercios para calcular su presupuesto, pero los vendedores les advierten que al regresar los precios no serán los mismos, puesto que todo aumenta día tras días.
Los usuarios ya han asumido la constante variación en los precios. Darwin García y Yaritza Espinoza buscaban este lunes unas sandalias cómodas para ella. Los precios oscilaban entre los Bs. 63.000 y Bs. 80.000.
Con base en los ingresos y gastos de la familia, confesaron que no era una compra sencilla de asumir, pero que de encontrar un mejor precio las adquirirían, puesto que de no ser así, en la próxima búsqueda seguramente el costo sería mayor. “Si las encontramos las compramos, porque sino, cuando volvamos, estarán más caras”, comentó Espinoza quien subrayó que la prioridad para su familia, en este momento es la comida.
Los zapatos deportivos para niño, de una conocida marca nacional oscilan entre los Bs. 145.000 y Bs. 250.000. Los escolares superan los Bs. 60.000. Además, aún no se aprecia variedad de estos últimos.
Un morral escolar sencillo, de marcas no reconocidas, se vende entre Bs. 43.000 y Bs. 54.000.
Ni uniformes ni otras prendas
Las tiendas del centro de la ciudad donde las familias barquisimetanas acostumbraban a adquirir los uniformes de sus hijos también muestran estantes caso vacíos.
Aunque la temporada de venta escolar aún no ha iniciado, ya se ofrecen faldas de gabardina en Bs. 25.000 y pantalones del mismo material entre Bs. 11.000 y Bs. 47.000.
Las camisas oscilan entre los Bs. 12.000 y Bs. 28.000, y el paquete de tres medias blancas varía entre Bs. 10.000 y Bs. 12.000.
Los comercios de las comunidades árabes que comercian prendas escolares y piezas de vestir para damas y caballeros, aseguran que la ropa ya no tiene salida, puesto que las familias sólo invierten en comida.
Si llega a Bs. 10.000 cierran
Quincallerías y tiendas de ropa del centro de Barquisimeto, calculan que las ventas han caído entre un 50% y 70%, con mayor intensidad en los últimos meses.
Addul Fakin, aseguró que los últimos tres meses han sido los peores en mucho tiempo. El alza de precios por el incremento de la tasa del dólar paralelo, hace que las personas destinen sus pocos ingresos para alimentos y que ellos se descapitalicen. “Cada vez que vamos a adquirir mercancía, compramos menos”.
El comentario fue corroborado por otro comerciante de nombre Asmeh, quien aseveró tener un flujo medianamente aceptable de ventas, pero al momento de comprar nueva mercancía, el precio del dólar diezma sus ingresos. “Si el dólar paralelo llega a 10.000 bolívares yo cierro la tienda, porque así no se puede”.
Al consultarle si ha pensado reinvertir en otro rubro del comercio, negó haber contemplado el escenario. “No, simplemente cierro y me voy, porque con el dólar así, aquí no hay nada más que hacer”.
Los trabajadores de ambas tiendas visitadas temen por sus puestos de trabajo y el futuro de sus familias. Dicen haber comenzado a buscar en otros establecimientos, pero la situación es la misma, la amenaza de futuro cierre de los comercios es una sombra pesada que nubla cualquier panorama.