Conseguir alimentos se ha convertido en una tarea muy difícil para los venezolanos, quienes deben lidiar con la escasa circulación y los altos precios para adquirirlos. Esto lleva a que muchos piensen que nos encontramos en una situación donde es imposible donar comida a quienes más la necesitan, pues ya es un trabajo titánico conseguirla para sus propios hogares.
Sin embargo, la Legión de María, una organización católica con proyección a nivel mundial, nos demuestra que a pesar de la crisis, existe fortaleza en la unión de un pequeño cúmulo de personas con una cosa en común: servir al Señor. Bajo este principio, esta asociación ha decidido alimentar una vez al mes, a más de 200 personas de su comunidad.
Roneida Colmenares, presidenta de la legión, nos comentó que “las ollas solidarias” son una iniciativa de todas las iglesias católicas y sus hermanos separados (cristianos y evangélicos), en la que recolectan y preparan los alimentos, para llevarlos a manera de sorpresa a sitios muy concurridos, tales el seguro social, el ancianato y los hospitales de Pueblo Nuevo.
En estas visitas, los voluntarios reparten alimentos altamente nutritivos, con carnes, verduras, lácteos y carbohidratos, a todas las personas enfermas, de bajos recursos o simplemente agotadas por un día de diligencias y largas esperas, sin pedir nada a cambio, más que la satisfacción de sentirse útil y generoso con las bendiciones que reciben de Dios.
La Legión de María se reúne en la parroquia Santísima Trinidad, bajo la guía espiritual del padre Jhonjairo García. Se conforman de más de 200 miembros, agrupados en 11 grupos de aproximadamente 15 a 20 personas cada uno, dependiendo de las necesidades que atienda. La sección encargada de ayudar con la recolecta y preparación de las ollas solidarias, es liderada por uno de los miembros de la Iglesia, Carolina Royo.
La iniciativa comenzó con un experimento de algunos legionarios, que se decidieron a preparar una cantidad abundante de arepas para repartir en el Hospital Central Antonio María Pineda, pues habían observado que muchas personas que pasaban todo el día allí sin comer, en la esperanza de mejorar un poco su estado salud. Consiguieron los ingredientes necesarios a través de la colaboración de sus vecinos en el pueblo, y al obsequiar los alimentos, se dieron cuenta de la gran alegría que les causaba servir a las personas. Desde ese momento en adelante, aquello se convirtió en una emoción que decidieron sentir cada mes de sus vidas.
“Lo hacemos por la situación en el país. Fíjate, yo ayer (martes 13) vi a toda esa gente haciendo cola, en el Seguro Social. Eran más de 200 personas, entre ellos niños con cáncer que habían recibido quimio. Vigilantes, gente humilde, ancianitos, jóvenes. Algunos incluso, estaban bien vestidos pero no tenían dinero para comprarse algo de comer. Cuando repartimos la comida, sentíamos ese gozo y esa alegría, con muchas ganas de llorar, porque había tanta gente con hambre por fin satisfecha… Uno se siente contento de haber podido saciarlos, aunque fuera por un día”, manifestó Colmenares.
La abundancia es quizás una de las cosas que más se extrañan en estos tiempos, donde parece que la lucha por la supervivencia únicamente se acentúa con el paso de los días. Sin embargo, este tipo de iniciativa nos recuerda que siempre se puede ir en contra de las probabilidades, y hacer lo que muchos consideran imposible.
“Uno se llena de Dios haciendo esas cosas”, afirmó Colmenares. “Tenemos a Dios y a la virgen en nuestros corazones, por eso es tan fácil acudir a estas actividades del apostolado. Las ollas solidarias son para la comunidad, para todas esas personas que no tienen algo qué comer, o que quieren de repente comerse algo sabroso y no pueden. Por eso, se la preparamos con mucho amor y mucha alegría, asegurando que tengan una comida especial aunque sea por un día”.
Estos alimentos, se transforman en una ayuda generosa, calor y consuelo para el corazón de quienes la reciben. El mensaje central que acompaña las comidas, según la voluntario, es el siguiente: “Dios no nos abandona. Estamos en problemas ahorita, pero todo pasa, Él nos está cuidando en todo momento. Tenemos la fe, y la fe mueve montañas”.
Por esta razón, los voluntarios les recuerdan a sus comensales que deben buscar a Dios, en cualquier parte que prefieran, pero deben acudir a Él. Para este fin, en su parroquia, la Santísima Trinidad, realizan misas, retiros espirituales, grupos musicales y de catequesis para jóvenes, y también se involucran en iniciativas de asistencia social, tal como la oficina de Alcohólicos Anónimos, ubicada detrás de la parroquia, en la calle 10 entre carreras 3 y 4. “Somos legionarios: estamos para servirle”.
Para hacer posible esta iniciativa, la cual puede parecer bastante costosa, se realiza una recolecta dentro de la misma comunidad de Pueblo Nuevo, sin necesidad de visitar otros poblados o asentamientos cercanos. “Las personas aquí son bastante generosas, no lo piensan mucho antes de venir y traer una bolsita de arroz, de lentejas, cosas así”, contó Colmenares.
Particularmente, en las ollas solidarias del martes 13, consiguieron la colaboración de un frigorífico de la zona, debido a que muchos legionarios se toman la tarea de hacer llegar el mensaje a sus familiares, hasta dar con dueños de pequeños comercios, dispuesto a hacer donativos.
Los legionarios invitan a todos los que quieran colaborar con donativos de alimentos o monetarios, a acercarse a la iglesia de Pueblo Nuevo, ubicada en la calle 10 entre carreras 3 y 4, o bien comunicarse al número 0416-456-0960. “Somos legionarios: estamos para servirle”.
