Eleonora María Dappo Álvarez encarna la situación de los empleados públicos que han sido echados de la administración pública, desde el año pasado, por haber firmado la solicitud de referendo revocatorio al mandato del Presidente de la República, Nicolás Maduro.
Su situación es muy delicada porque fue despedida teniendo el derecho de maternidad cuando cumplía funciones en el Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y Tributaria (Seniat) en Barquisimeto.
Lo más grave del asunto es que de nada valieron los pronunciamientos de los jueces.
Eleonora María Dappo Álvarez, abogada, especializada en Derecho mercantil y Derecho tributario con posgrado en la Universidad de Salamanca, España, fue la invitada esta semana al Desayuno-foro de EL IMPULSO, quien compartió la mesa con el Director Editor del diario, periodista José Ángel Ocanto.
Ya había tenido la experiencia de haber sido removida del cargo, al cumplirse los primeros cien de la gestión de Hugo Chávez, cuando su jefa saliente hizo la recomendación a la jefa entrante del mencionado organismo en Lara.
Aunque tuvo malos momentos en aquellos días, reconoce que entonces se acataba la ley y tras su remoción, una vez estudiado su caso, fue reincorporada a sus actividades. Pero, ahora la situación es distinta. Se despide al funcionario y éste no halla dónde apelar, porque de un despacho lo envían a otro y no se le da respuesta. Ella lo ha vivido. Tiene una carpeta llena de copias de documentos que ha suscrito. Y aguarda.
Ahora en reciprocidad al apoyo recibido del Movimiento Vinotinto está participando en el programa de asistencia a los empleados que son despedidos de la administración pública por no comulgar con el régimen de Nicolás Maduro.
Dappo en el 2014 salió embarazada. Entonces tenía cuatro vacaciones vencidas y le correspondía el período de reposo prenatal y postparto. Por esta razón se reincorporó al trabajo en febrero de 2016 y el gerente le firmó el permiso de lactancia en abril de ese año, que le permite cumplir un horario especial.
El 21 de junio de 2016 me llegó el oficio mediante el cual José David Cabello decide remoción y despido. Me trataron -comenta- como si fuese un funcionario de libre nombramiento y remoción cuando lo era de carrera.
Con sangre árabe
El Desayuno-foro es el espacio que le brinda EL IMPULSO a destacadas personas que tienen experiencias y vivencias que denotan perfiles de personalidad.
Eleonora María Dappo Álvarez es sobrina de Alejandro Dappo, un profesional que tuvo mucha figuración pública en el Estado en los años setenta y ochenta.
Mi abuelo paterno, refiere Eleonora María Dappo Álvarez, fue un árabe musulmán que siempre profesó su credo y además era muy tolerante al punto que respetó la religión de su esposa, quien era católica practicante. Su nombre era Alejandro Dappo, proveniente de Afudiz, un pueblito distante quince kilómetros de Jerusalén, al que yo tuve oportunidad de ver de cerca en un tour, pero no pude visitarlo en aquella ocasión por medidas de seguridad, ya que en aquellos días había recrudecido el conflicto palestino-israelí. Mi abuelo entró al país, donde decidió echar raíces, desde Colombia. Se casó con Aura Margarita Quintero Araujo, de Timotes y fueron padres de dos varones y dos hembras. Se radicaron en Barquisimeto, donde en la avenida 20 tuvieron un establecimiento comercial denominado “La flor de Palestina”, después de haber recorrido gran parte del territorio como comerciante itinerante. Mi padre, Feyis Omar, se casó con Yaritza Josefina Álvarez Torrealba, de Curarigua, hija de Manuel José Álvares Ilva y Carmen América Torrealba Oropeza, quienes tuvieron cinco hijos.
Estudié en el colegio San Vicente el pre-escolar y toda la primaria la hice en el María Auxiliadora. En el Inmaculada los tres primeros años de bachillerato y cuarto y quinto de bachillerato en el San Vicente, siendo bachiller a los 16 años y a los 21 abogada, egresada de la Universidad Santa María. Ya para entonces tenía tres años trabajando en un banco como asistente legal, en Caracas. Me gustaba esa ciudad porque la vida era enriquecedora y había mucha actividad cultural y social. Trabajé con Rafael Silva y Luis Alegrett, en sus respectivas empresas.
Estoy casada con Andrés Rodríguez Sigala, agricultor, y somos padres de una niña, Eleonora Elisa, de dos años.
Del sector privado al público
Cuando sucede la crisis bancaria me correspondió trabajar en los casos de intervención de Fogade y cuando concluyo esos contratos con la empresa me vengo a Barquisimeto a pasar las navidades. Y, como no tenía compromisos, me quedé. Hice posgrados en la Católica desde aquí, del Colegio de Abogados del estado Lara, y me salieron oportunidades de trabajar en varias partes, pero me seleccionan en el Seniat para ocuparme de la parte tributaria. Ingresé en sumario administrativo cuando ejercía la gerencia Irama Castro.
Para mí, que venía de la empresa privada, fue impresionante ver que el trabajo se realizaba mediante la aplicación de viejos manuales y no utilizando las tecnologías que ya estaban en uso. Eso me llevó a innovar procedimientos, que considero fue un trabajo muy bonito y aceptado por mis superiores, quienes incluso me felicitan por haber mejorado el servicio. Es así como se actualizan algunos departamentos, como el área de sucesiones.
El viraje revolucionario
Cuando llega Milvet Belandia, de los Andes, yo estaba nuevamente en sumario y la jefa saliente hace los mayores elogios sobre el trabajo que yo había realizado. Y me llevan a la División Jurídica, donde acepté el cargo que me ofrecían.
En los primeros cien días del gobierno de Chávez, en que se inician las evaluaciones de gestión en todos los organismos nacionales, comienzan a producirse movimientos dentro del Seniat y, entonces, los funcionarios no solamente son removidos, sino puestos en situación de disponibilidad al servicio de la administración, que es un período de treinta días mientras se decide el destino a donde sería enviado cada uno de ellos. En ese momento siete de mis compañeros y yo quedamos en esa situación.
Yo fui la primera en ser removida y poco a poco los demás compañeros. Soy coherente con lo que pienso. Y me removieron por no ser del proceso.
-¿Cómo sabían que no era del proceso?
-Es que nadie era del proceso. Lo que pasa es que algunas personas son más dadas a ser convencidas que otras. No soy rebelde, pero sí contundente. Que el uniforme me lo tengo que poner, pues, claro que me lo pongo porque si hay que hacer un operativo tenía que representar a la institución. Eso es respetar las reglas.
Después de removerme me volvieron a reincorporar. Me enteré de que se había producido mi reincorporación porque viajé a Caracas a preguntar sobre mi caso. Yo me había defendido en todas las instancias. Me dijeron que el oficio estaba en Barquisimeto, pero lo tenían engavetado, como para prolongar la agonía del caso. El Estado de Derecho funcionaba, estrictamente. Ya hoy no es así.
Eleonora María Dappo Álvarez tiene un dossier abultado de documentos sobre su paso por el Seniat y ahora no sólo agradece el apoyo recibido del movimiento Vinotinto, sino que está colaborando con esa organización que trabaja en beneficio de todas las personas que han sido afectadas en sus puestos de trabajo por no ser afectas al régimen.
Atiende las llamadas que le hacen por el teléfono 0424 518 54 34 y con frecuencia visita la sede del Movimiento Vinotinto, ubicada en el edificio Roduar, en la carrera 19, entre 12 y 13..
¿A dónde ir?
-¿No se arrepiente de haber firmado el referendo revocatorio?
-No. Porque es un derecho constitucional. Tengo entendido que ordenaron a los jefes a investigar quien había firmado. Luego se hizo una lista a nivel nacional de las personas despedidas, después se hizo otra porque cada día había despidos. Tuvimos un derecho de palabra en la Asamblea Nacional. De verdad que es alarmante que no tengamos un Estado de Derecho. No se acata ni siquiera el derecho de maternidad, a pesar de que fue este mismo proceso el que extendió a dos años la protección a la madre que trabaja. Este es mi caso. La ejecución de la sentencia de reincorporación, que me favorece, tenía que cumplirse en Barquisimeto y no en Caracas, porque la sede donde trabajo es en la capital larense. Los tribunales se han trasladado al Seniat y me reciben. Dicen que dejen el escrito y asisto a mi sitio de trabajo. Pero, ellos comienzan a solicitar instrucciones. El juez dice que a partir del 15 de febrero de 2016. Me senté en el puesto de la secretaria y pasé varios días. Llega de Caracas un abogado, quien dice que como no estoy en la nómina me tengo que retirar porque estoy perturbando a los compañeros. Le notifican al gerente, quien me manda a llamar para decirme que tiene la orden de que yo me retire, sin decirme de quien. Y funcionarios de seguridad me hacen salir.
A pesar de estas arbitrariedades, Dappo continúa creyendo en las leyes y espera que pronto en Venezuela se hagan cumplir todas, sin ningún tipo de discriminación política, religiosa o social.