La etapa de producir tiene un tiempo de duración. Cuando se es trabajador se van ignorando y dejando a un lado otros intereses que son los que florecerán en el momento del retiro. No somos eternamente jóvenes ni empleados de una empresa, tampoco un pilar como único propósito de vida.
No habrá edad dorada si nunca mientras trabajábamos pensamos en la necesidad de cultivar otros caminos, seguir ocupados en algo para poder soportar el periodo rudo de la vida. El afecto de la pareja y su compañía es un gran aliciente en la vejez, igual lo son los amigos y los pasatiempos, un libro, el ejercicio etc. Al retirarnos, todos esperamos tener al lado un objetivo, algo o alguien con quien compartir que nos aprecie y sea aliento en el camino del descenso… El amor es refugio en las horas crepusculares, leño cálido es el hogar aunque sea oscuro el cielo que nos cubre. “Lleguemos pero lleguemos juntos, no importa lo espantoso del camino ni los fríos inviernos, nos sabremos defender. Lleguemos pero lleguemos juntos” (Mauricio Victoria)Es el momento en el que los hijos ya no estarán con nosotros porque han emigrado en busca de sus sueños y crecimiento personal.
Debemos igualmente estar preparados para las enfermedades y para la soledad, nuestras seguras compañeras al final de la travesía. La barca y su almirante nos esperarán sin prisa, con las velas hinchadas para ayudarnos a cruzar el océano del viaje sin regreso… Así son las cosas, la misma historia de nacer y morir, de llegar y tener que despedirse, rima eterna del legendario poema de la vida.
La madurez, la estima, experiencias, carácter, actitudes y visión que tengamos de nosotros mismos, es lo que determinará la vida que viviremos hasta el final. Cuanto más tiempo mantengamos el cerebro funcionando, más continuará trabajando. Al envejecer disminuirá en nosotros la velocidad, pero no la precisión, lo único que demostraría nuestra decadencia, si es que se produce. La inactividad física es tan brava como la mental. Es la actitud de uno mismo lo que hace que cualquier cosa que se haga sea una poderosa participación. Tendremos arrugas, mas no somos invisibles, nunca somos tan consientes de nosotros mismos como en esta etapa. Mientras permanezcamos ocupados en hacer algo el cerebro mantendrá sus neuronas en buenas condiciones. Si dejamos que se nos apague su luz todo nuestro universo se llenará de oscuridad. Aunque se tengan ochenta, noventa o cien años cien años, no hay nada que impida que lleguemos a donde queramos llegar. Es en las grandes crisis tiempo en el que surge lo máximo de la creatividad.
El tiempo todo lo cambia: hay tiempo en que casi es de noche y casi no es de día, tiempo de ausencias y tiempo de que regrese todo lo que se fue, tiempo de estar alegres y tiempo de estar tristes sin preguntar el por qué…
Nunca es tarde para aprender, para enseñar, para leer y dar rienda suelta a la inspiración si se tiene la capacidad de cautivar por el medio que sea,lo que inspire nuestro goce, nunca es tarde para soñar, para viajar,para amar, para hacer aquello que contando con tiempo podremos hacer, nunca lo es para nutrir el guardado talento, hasta alcanzar nuestro apoteosis en el camino de la vida.
“Así somos los asomados, dice don Marco Antonio: -cultivamos el alma como lo único real de la existencia y veneramos el cuerpo, como la carroza que la lleva al horizonte, sin fecha en el calendario. Es joven hasta la muerte. No se arruga la dobla del espíritu ni se gasta su éter invisible“
Final del tema la próxima semana.
