El chavismo fue un sueño, lamentablemente, mal encaminado pese a tener todo lo necesario para cristalizar sus otrora promesas electorales de igualdad y justicia, paradójicamente, terminó agravando los problemas que iba resolver, generando otros no menos dantescos. Su nefasto resultado se debió a malas consejas foráneas y por invirtuosos personajes criollos quienes hoy dicen ser sus herederos. “5 años son suficientes” dijo aquel Chávez humilde y sencillo en su primeriza campaña electoral ¡Qué ironía!
Ya en el poder, la impericia, el desconocimiento real de la política y, sobre todo, de economía, hicieron creer a Chávez que el país era un enorme cuartel que podía ser administrado como una cantina militar, única labor administrativa que había asumido hasta entonces. Se basó exponencialmente en el potencial petrolero del país, a pesar que nuestra historia advertía ello había sido nuestra condena perpetua al subdesarrollo. “El precio del barril no volverá bajar” fueron un día sus inocentes palabras.
El proyecto de país idílico rápidamente fue sustituido por un proyecto retencionista de poder: se alargó el periodo presidencial, se permitió la reelección indefinida, se creó un Estado paralelo servil al ejecutivo nacional, se aniquiló la descentralización y el centralismo caudillezco volvió a las cumbres borrascosas de nuestra historia antidemocrática. Se hizo de presuntas políticas sociales un vil mecanismo de manipulación electoral de los más necesitados, hasta la pretensión de hoy donde, a través de los CLAP, no solo los necesitados deberán arrodillarse al gobierno sino todo aquel que desee comer o requiera medicinas.
El pueblo que alguna vez creyó en Chávez no tiene la culpa, pensó iba superar las penitencias impuestas por los desaciertos de la “cuarta república” sin saber que fue conducido a una nación en mucho peores condiciones que aquella. Poco a poco se fue dando cuenta, por eso comenzó a castigar con votos a la “revolución” como en la reforma constitucional de 2007, en las elecciones a la AN de 2010, poniendo en apuros al mismo Chávez en las presidenciales de 2012, a Maduro en las de 2013 y finalmente el 6D de 2015.
Ahora, lo único que quedó de aquella “buena intención” del Chávez pueblerino fue la Constitución del 99’. La Fiscal General Luisa Ortega Díaz se ha dado la tarea de defenderla, contrario a lo que muchos creen, su actuación institucional no pretende favorecer a la oposición, indirectamente lo hace, pero ella busca frenar las pretensiones dictatoriales de Maduro, matando lo que ella califica “La inmejorable Constitución de Chávez”.
En segundo lugar, la Fiscal busca revivir al chavismo onírico (soñador) como fuerza política, retomar la esperanza que lanzó a Chávez al estrellato, esperanza que quedó sin cumplir, cuya materialización implica deslastrarse de figuras dañinas como Maduro/Cabello y abandonar caminos errados como el petróleodependiente “Plan de la Patria”, así reconducir la nación a la esperanza contenida en la Constitución del 99’.