Las democracias occidentales se estructuran sobre una plataforma legal donde confluye lo más elaborado del pensamiento positivo junto al sentimiento de tolerancia y piedad que introduce el Cristianismo a través del Derecho de Gentes. De esta manera quienes vivimos en el marco de Constituciones que tienen su raíz en el Derecho Romano somos herederos de unos paradigmas morales que tienen su centro en una justicia basada en la mutua tolerancia y en la transparencia de las relaciones entre el Estado y los ciudadanos para así poder garantizar el Dominio de la Ley frente a cualquier tentación personalista de quienes ostenten el Poder.
De esta forma nuestras interrelaciones cotidianas estas regidas por normas que contienen principios filosóficos y procedimientos instruidos por el pensamiento positivo donde lo verificable es la premisa fundamental del análisis teleológico. Pero mas allá de estas consideraciones superestructurales lo que sentimos los ciudadanos de a pie es que la Democracia tiene que estar montada sobre principios morales compartidos y no sobre una retorica altisonante que ni responde a las exigencias de la Doctrina Constitucional ni a la lógica fogonera de quienes ocupamos las gradas del escenario político.
Cuando existe flagrancia en el incumplimiento de los deberes que la Ley le exige a los gobernantes el derecho de los ciudadanos queda en la práctica anulado y si a esto agregamos que se borran del menú oficial el conjunto de principios éticos, tenemos como resultado una sociedad colapsada donde priva la ley del más fuerte, dejando a las mayorías excluidas de toda protección legal.
La inobservancia de estos principios morales que inspiran las leyes ha conducido a que en Venezuela se quiera imponer una Asamblea Constituyente con el apoyo de un CNE postrado, un TSJ que ignora la Constitución,un minúsculo porcentaje de electores y los fusiles que la República puso en manos de los militares para que defendieran nuestra Soberanía y nuestra Democracia.
Así tenemos que es el componente militar de la sociedad quien valida el abuso de instituciones, legales aunque ilegitimas, que trabajan en comandita con el único propósito de perpetuar el dominio de un partido político en la Presidencia de la República, cuyo esquema económico ha traído hambre, miseria y enfermedades de todo tipo al pueblo venezolano.
Vivimos en una democracia donde la ignorancia y el personalismo nos han relegado a la oscuridad. Nada que debamos saber nos es revelado si contraviene los intereses del Poder.
La sociedad venezolana esta sojuzgada por una combinación de fuerzas oscuras que maneja el Poder desde la oscuridad. Tienen juicios penales a nivel internacional, son acusados internamente de violaciones a los Derechos Humanos e incluso el Presidente de la República fue destituido de su cargo por un Parlamento que logró respaldo electoral muy amplio. No obstante ellos siguen mandando. No tienen apoyo popular, no tienen apoyo de los sectores obreros y empresariales, no tienen apoyo de los actores religiosos, no tienen apoyo de los colegios profesionales, no tienen apoyo de la sociedad en su conjunto, su único apoyo son los militares y su poder de fuego. Pero el pueblo está en la calle y en la historia venezolana, nadie, jamás, ha podido mantenerse en el Poder contra este Bravo Pueblo. Pronto amanecerá. Dios con nosotros.