“HouseCards” es una serie de Neftlix cuyo argumento está relacionado con los diversos modos, que por el manejo arbitrario y antidemocrático del poder podrían producir consecuencias trágicas en la democracia estadounidense. Cuestión que también podría ocurrir en otros países, gobiernos y modelos de democracia en el mundo. Lo que quizás los salva, es la conciencia de que la misma es perfectible por no acabada, amén de la conciencia en los votantes y organizaciones, de velar y aplicar mecanismos de acción legales, previstos para que los ciudadanos ejerzan su condición de tales.
Por estas tierras sobrarían argumentos para la serie, dada la truculencia política de quienes gobiernan. No quedaría nada a la imaginación de los guionistas, salvo para quienes desde otros países y modos, se preguntan las razones por las cuales las leyes en Venezuela, ni se aplican ni se toman en serio a la hora de decretarlas. Un escritor del régimen, Luis Britto García, publicó en Rajatabla,libro premiado en Cuba en 1970, un cuento, “El presidente amaneció de buen humor”, cuyo argumento escrito con ironía, narra un día en que un presidente a todas luces latinoamericano, amanece lanzando decretos por un balcón, sin importar si se contradicen o no, pues el mandante no piensa aplicarlos: sólo en divertirse. Nada hacía prever que estaría al servicio de justificar dicho divertimento, 47 años después. La literatura, como el arte en general, es también una forma de hacer la crónica de un país y su gente.
Como el cine y la televisión. En la serie “HouseCards”, una constante aparece: el papel de las redes en la política, para “informar” y “desinformar” a propósito. Lo cual por analogía, nos trae de inmediato a nuestro espacio virtual y las interminables cadenas de mensajes por chat, cada vez más verosímiles, en el sentido aristotélico, por no ser verdaderas sino parecerlo, que enviadas por los laboratorios que de uno y otro lado, salen a la manera de peces-botellas y saltan en los afluentes comunicacionales, que es justo reconocer, se transforman en versiones de ballenas y tiburones, cuando el G-2 ha trazado su ruta. Mientras, nosotros, a la manera de náufragos comunicacionales, sin saberlo, las reenviamos por la misma vía.
Llegará el momento en que nuevos investigadores de la Comunicación, en viejas pero contemporáneas universidades, elaborarán nuevas teorías comunicacionales, sobre la base de haber aprendido a desmontar patrañas, calumnias y “falsos positivos”, procedentes de ocultos océanos comunicacionales formales e informales, locales e internacionales. Mientras tanto, llueve a cántaros sobre nuestras cabezas, en medio de la intemperie ofrecida por la comunicación hegemónica, que insiste en hablar de un país inexistente y mediante lenguajes paralelos, crea vectores de desinformación, que incluyen la creación de “realidades virtuales” negadas por la experiencia y la lógica, para justificar la destrucción del “otro”, de sus ideas, de la historia, de la memoria colectiva e individual y mantener la exclusión negando y hostigando a quienes piensan un país democrático.
Asunto en el cual desafortunadamente, no sólo el gobierno mete baza, sino los “intensos” que desde diversas atalayas, separan y dividen, acusan y rechazan. La violencia verbal desafía en los chats, cualquier opinión distinta, racional y sensata, que propugne la Paz y el entendimiento como única vía para reconstruir el país. La venganza sustituye a la idea de la justicia y el amor, después de haber transitado por las rutas de la cursilería y tergiversación de su sentido, con intenciones demagógicas y políticas, sigue siendo visto en estos tiempos, como espacio de la manipulación y no como expresión específicamente humana, no compartida por otras especies.
En océanos profundos, es fácil abrir paso al miedo, para quien lo genera y quien lo recibe, pues permea desde las altas esferas a todos y se cuela en la población en medio de los intersticios de la desinformación o la malinformación. Se multiplica haciendo creíble cualquier desvarío pues los inventarios de la muerte lo incluyen. Llevamos tiempo siendo insolidarios y bastante banales, lo cual se revierte en momentos como éstos, que requieren de la participación y acuerdos de todos los que exigimos y coincidimos en la urgencia del respeto a la constitución vigente y construcción de una verdadera democracia. Sin profundos y ocultos océanos.