El miércoles de la semana pasada el periodista Alexis Correia pedía en su muro de Facebook que alguien le diera una buena noticia. Si las noticias representan un agobio para cualquier venezolano, son en verdad enloquecedoras para un periodista. Primero, porque tiene acceso a mucha más información y segundo, porque una vez ratificadas, debe ahondar en ellas. Y ahondar significa encontrarse frente a frente con el perro mundo.
La palabra “noticia”, en sí misma, no entraña algo bueno, pero tampoco nada malo. Sin embargo, en Venezuela, las noticias se nos han convertido en malas noticias. Los asesinatos, la represión, la corrupción a todos los niveles, los abusos de autoridad, las mentiras, las injusticias, las arbitrariedades… forman parte de nuestra cotidianidad. Por eso cuando a uno le dicen que le van a dar una noticia, de inmediato se angustia, porque asume que es mala.
Quizás por estar tan abrumados no nos damos cuenta de la cantidad de buenas noticias que tenemos alrededor. Como la solidaridad que se ha desarrollado en torno a la escasez de alimentos y medicinas. Es impresionante cómo nos ayudamos. Las redes de apoyo son cada día mayores y más eficientes. Por cada bachaquero que especula, hay miles de personas que donan lo que necesita el otro. Y esa es una magnífica noticia. Por cada soldado que reprime hay miles de personas luchando hasta con sus vidas por la libertad. Y eso es una noticia maravillosa. Por cada enchufado que exhibe sus riquezas mal habidas hay miles de personas honestas. Por cada perezoso, miles de personas que trabajan arduamente para ganarse el pan. Esa noticia es alentadora al extremo.
Todos los que se han ido están pendientes de quienes estamos aquí y hacen todo lo que pueden por ayudarnos. Ésa es una noticia fantástica. Quienes hemos padecido –casi todos los venezolanos- los horrores que aquí pasan, queremos reconstruir el país sobre valores. No estamos dispuestos a darle cabida a los corruptos, estén donde estén. Esa noticia es una de las mejores que he escuchado.
Esta situación ha sacado lo mejor de muchos frente a lo peor de pocos. Porque la nueva Venezuela estará sentada sobre lo mejor de lo mejor una vez que enterremos lo peor de lo peor. Y eso sucederá más temprano que tarde. Ésa es la mejor de todas las noticias.