El asesinato de un juez cuando intentaba evadir una barricada puso de relieve el desbordamiento de la violencia en las protestas contra el presidente Nicolás Maduro, que dejan 62 muertes, pero también de la criminalidad que golpea a los venezolanos.
El juez Nelson Moncada, de 37 años, fue interceptado en su vehículo la noche del miércoles por personas que bloqueaban una avenida del oeste de Caracas y que, para evitar su huida, le dispararon hasta matarlo, según la Fiscalía.
Una vez reducido, Moncada, quien había fallado casos ligados a la oposición, fue despojado de sus pertenencias.
La Fiscalía lo incluyó en la lista de fallecidos durante las manifestaciones opositoras contra Maduro, que suma 62 muertos desde el pasado 1 de abril.
En la capital esas movilizaciones suelen ser disueltas a punta de gases lacrimógenos y chorros de agua, y degenerar en disturbios que causan caos en la ciudad.
Las protestas que exigen elecciones generales se extienden a menudo hasta la noche con barricadas, en las que encapuchados queman basura y piden dinero a conductores y transeúntes para financiar sus llamadas «acciones de resistencia».
Muchas calles quedan desoladas, en una ciudad donde de tiempo atrás rige un toque de queda no declarado por la alta criminalidad.
“No son los muchachos de la resistencia, son malandros (delincuentes) pescando en río revuelto. Esta noche hicieron desastres», reportaba esta semana un hombre en el chat de Whatsapp que abrieron vecinos de un edificio como medida de seguridad.
Primitivismo
Marco Ponce, director del Observatorio de Conflictividad Social, aseguró a la AFP que muchas veces la violencia vinculada a las manifestaciones se produce como respuesta a la «represión» y también por la «inacción» de las autoridades.
Para el abogado criminalista Fermín Mármol, Venezuela padece una violencia generalizada cuyo caldo de cultivo es la impunidad. Solo seis de cada 100 delitos reciben castigo, señaló a la AFP.
“Estamos viendo cómo la delincuencia organizada, pero también el crimen derivado de la controversia política se están apoderando de la sociedad», añadió el catedrático.
Mármol sostiene que la devastación económica, la debilidad de los órganos de seguridad y justicia y el cierre de opciones electorales están sumiendo al país en un «primitivismo institucional y social» que alienta la violencia. A su juicio, ello se refleja claramente en la saña con que se produjo el asesinato del juez.
“El delincuente dispara sin importar si en el carro hay niños, ancianos. Y después de que ven que está mal herido, siguen con su actividad criminal para robarlo», dijo el experto.
“No se descarta la posibilidad que haya sido un móvil de sicariato, sicarios contratados por la derecha terrorista para seguir sembrando terror», aseguró el ministro de Interior y Justicia, Néstor Reverol.
Pero Mármol da poco crédito a esa sospecha. «El sicario, una vez que ha podido ocasionar un daño mortal, no se detiene a ver qué se lleva», explicó.
Maduro acusa a la oposición de haber generado una violencia que ahora no puede controlar, y que incluye linchamientos de personas -según él- «por ser chavistas» y de presuntos delincuentes atrapados en las movilizaciones.
La visión de Mármol sobre el clima de violencia es pesimista, pues no ve un país donde las instituciones respondan a las expectativas de bienestar ni un cauce electoral para dirimir las controversias.
“Buena parte de los venezolanos siente que no tiene nada que perder porque lo está perdiendo todo», afirmó.