La discusión en torno a la paz es tan vieja como las guerras y las confrontaciones que conducen al exterminio de una parte de la humanidad por otra. Esto le confiere características propias de un concepto cultural íntimamente relacionado con la historia social, política y religiosa, así como el impacto en los individuos. Lo que significa que ha de abordarse para una mejor comprensión, desde la interdisciplinariedad, sin olvidar que por haber sido diseñada en el telar de la historia, muestra hechos y circunstancias objetivables, que acusan el impacto en cada una de las personas involucradas, pertenecientes a los diversos sectores sociales y generaciones participantes. De ello han dado buena cuenta, las ciencias sociales y las artes, especialmente la literatura, la poesía, la música y la pintura.
La actividad propuesta por el Consejo Consultivo Ciudad de Barquisimeto, en su “Cátedra Abierta Barquisimeto 2052”, para este jueves 1 de junio: “Barquisimeto: Ciudad de Paz», permitió a los ponentes: el Director de Provea, Rafael Uzcátegui, Alexis Guerra, Rosario Anzola y mi persona, reflexionar con los asistentes, dados los difíciles momentos políticos que hoy vivimos, sobre un camino que habrá de tomarse a la mayor brevedad, a sabiendas de que la paz no se decreta. La experiencia indica que no bastan las buenas intenciones, dada la enorme complejidad e intereses en juego, para sentar las bases de las condiciones y requisitos, que nos permitan conservar, lo que igual que el amor, sabe valorarse muy bien sólo cuando se pierde.
La complejidad de un proyecto sostenido de Paz, implica entender su fortaleza y fragilidad a lo largo de nuestra historia, similar a la del resto de países latinoamericanos en el origen de sus ejércitos, papel en la independencia y vaivenes entre el apego o ruptura con la legalidad. Mientras México, Colombia, Chile, Argentina, Uruguay y Perú se desangraron en guerras y escaramuzas, Venezuela dio muestras de cordura a la hora de resolver los conflictos internos.
La experiencia indica que se sabe cuando arranca una guerra civil pero no cuando termina. Su impacto y quiebre en el tejido social, generado por los conflictos armados en la vida y destino de la población, especialmente las mujeres, jóvenes, niños y ancianos. Mantener abiertas las vías democráticas, es urgente pues por pacíficas y legales, garantizan la resolución de problemas, amén de rescatar formas y maneras de ser y de comportarse el venezolano, de trabajar la tolerancia y respeto a los DDHH universales, como reconocimiento de la diversidad e inclusión.
Recordaremos la imposibilidad de construir la Paz desde el poder, pues parte del íntimo convencimiento del pueblo de resguardar el país a las futuras generaciones, lo cual empieza por la propia familia y los seres que a lo largo de la vida, pasan a formar parte de nuestro corazón: los amigos. ¿Cómo reaprender a escuchar y mirar al otro que no soy yo y para el cual soy otro también, en el camino de la vida del cual somos arrieros todos? Manejar nuestros miedos y esperanzas, conscientes de los espejismos ideológicos y prejuicios que deforman la realidad, será un aprendizaje. Descubrir lo mejor de cada uno en tiempos de crisis, nos permite descubrir también la belleza de la vida.
Habrá que concientizar los prejuicios clasistas que navegan con los religiosos y políticos en el inmenso río de la lengua. Expresados en prácticas que orientan la convivencia, en el tramado de significados que han de ser revisados por todos. Pensar en las diversas formas de la violencia, significa aceptar que los conflictos son inherentes a la complejidad de la naturaleza humana y que la historia de la humanidad es también la historia de sus conflictos y soluciones.
La violencia viene de lejos: estuvo en la pobreza o riqueza mal habida; en la ausencia o deficiencia de la escolaridad pública; de vivienda y sustitución del valor del trabajo por la dependencia política; de la inexistencia de la prevención y atención a la salud, alimentación, bienes y servicios públicos para todos; de la violencia del Estado, gobiernos y sectores a quienes beneficia. Habrá que recrear la palabra que nos recuerde que la humanidad se ejerce no sólo en cada sociedad sino en el alma de cada uno, en el imaginario del “nosotros”.