La advertencia que hiciera el gobernador de Miranda, Henrique Capriles Radonski, sobre la orden que tienen los efectivos de aniquilar las manifestaciones, está cobrando vida. Para este miércoles, la Mesa de la Unidad Democrática convocó a una movilización hasta la cancillería de la República, ubicada en el centro de Caracas, sin embargo, la intención se vio frustrada por la presencia de tanquetas y funcionarios de la Guardia y Policía Nacional, quienes, sin pensarlo, dispararon metras y bombas, y rociaron gas pimienta a la sociedad civil.
A la 1 de la tarde, la autopista Francisco Fajardo recibía a cientos de venezolanos que decidieron, desde hace 61 días, tomar las calles para pedir el respeto a la Constitución y un país libre. Ciertamente la convocatoria fue realizada por la unidad democrática pero eran médicos, estudiantes, profesores, odontólogos, deportistas y otros gremios los que se plantaron frente a estos efectivos de seguridad de manera pacífica.
Consignas en contra de Nicolás Maduro, carteles de libertad y en honor a los caídos resaltaban al igual que la bandera de Venezuela. Avanzaban por el Distribuidor Ciempiés, mientras divisaban las tanquetas. La resistencia se dividió: unos iban al frente y otros compañeros se colocaban las máscaras y los cascos al mismo tiempo que ingerían alimentos rápidamente.
El famoso Willy, quien con su violín ha estremecido a todo el país, tocó el Himno Nacional junto a otro joven que tenía un redoblante, mientras que los asistentes entonaban con emoción las gloriosas notas. Detrás de ellos un mensaje claro: Pueblo en protesta pacífica. Garantía de los Derechos Humanos.
Era la 1:40 de la tarde y la gente, no solo continuaba llegando sino que avanzaba a pesar de lo imponente que puede ser una ballena o un rinoceronte. En primera fila se encontraba el diputado a la Asamblea Nacional (AN), José Manuel Olivares, quien pedía a los escuderos sentarse y demostrar que los “opresores y violentos” están del otro lado de la historia.
“Siéntense por favor. Tenemos que demostrarles que somos más y que somos pacíficos. Si comienzan a reprimir, respondemos”, expresó.
No hubo piedras ni molotov que “provocaran” a estos funcionarios. Existía una distancia entre ambas partes de 20 ó 30 metros pero se fue acortando cuando el comandante dio la orden de avanzar y rociar agua pimienta.
Las lacrimógenas siguen presentes en la represión, pero el agua a gran presión y el uso de las metras se han convertido en las principales armas de estos funcionarios. Willy hacía el esfuerzo de tocar su violín pero el ataque hacía estragos.
“Escuderos adelante y no los abandonemos (…) Pendiente arriba, arriba. Nos están disparando a traición”, decía un joven por un megáfono guiando a sus compañeros.
No bastó con la decena de tanquetas, sino que ordenaron que un grupo de la GNB se dirigiera al Distribuidor Ciempiés y disparara con saña a los manifestantes que corrían hacia Las Mercedes. Esa emboscada pretendía que los opositores estuvieran en un solo lugar para recrudecer la represión, no obstante, hubo quienes tomaron como vía alterna Altamira y Chacao.
Según aseguró el diputado Carlos Paparoni, la GNB disparó bombas a la altura del pecho desde la base aérea de La Carlota, en la Francisco Fajardo; y los ataques a la prensa persistieron con el robo de cámara y celular al fotoperiodista Francisco Bruzco, quien se encontraba realizando su trabajo en este mismo punto.
Los que tomaron Las Mercedes obligatoriamente, formaron barricadas para impedir que los funcionarios dispararan a pocos metros de distancia. El gobernador Capriles Radonski se ubicaba en el lugar y exhortaba a no retirarse de las calles, para que el mundo supiera que mientras en la Organización de Estados Americanos (OEA) se discutía el caso de Venezuela, los “guardaespaldas” de Maduro actuaban arbitrariamente.
“Esto es la fuerza versus la razón y debemos trabajar para que triunfe la razón. Es clave que seamos millones en todo el país. Toda la fuerza policial y militar la están concentrando en Caracas porque la orden es silenciar y aplacar todo en la capital. El Gobierno quiere que no haya nadie en las calles y que el miedo aflore. No lo podemos permitir”, puntualizó.
A las 3 de la tarde, insistían con disparos desde la autopista; luego llegó la PNB motorizada a aniquilar la concentración por completo, pero la gente acató la orden de la dirigencia: mantenerse en las calles. Los muchachos, con la valentía en un grado supremo, devolvieron bombas y soportaron la situación por varias horas.
A las 6 de la tarde, el parlamentario Juan Requesens, advertía que varios puntos de Caracas se mantenían en resistencia, pese a las amenazas del Gobierno nacional.
Este miércoles, la represión dejó cientos de heridos, entre los que destacan niños y un encargado de una estación de servicio, a quien le impactó en su rostro una bomba lacrimógena.