Oculta bajo un puente, la joven voluntaria mueve las manos a toda prisa para entablillar el tobillo ensangrentado de un fotógrafo. Sólo tiene unos minutos para curarlo y ayudarlo a subir a la motocicleta de un manifestante para evacuarlo del lugar.
Sobre el puente, Venezuela hierve. Aunque ella sólo tiene un casco blanco y una máscara antigás para protegerse, está cerca de miles de opositores al gobierno del presidente Nicolás Maduro, que huyen despavoridos cuando las fuerzas de seguridad tratan de reprimirlos con gases lacrimógenos. Como la joven, otros voluntarios que pertenecen al grupo de primeros auxilios de la Universidad Central de Venezuela (UCV) -conocido como los «Cruz Verde»- están ahí para ayudarlos en caso de resultar heridos.
El grupo está integrado por unos 200 estudiantes de medicina, odontólogos y médicos de diferentes especialidades que se sumergen entre las multitudes para socorrer a los heridos que dejan las protestas casi diarias en Venezuela. La iniciativa nació durante las manifestaciones antigubernamentales de 2014 y se reactivó en abril de este año tras el inicio de una nueva oleada de protestas.
Su labor no los exenta del peligro al que se enfrentan otros venezolanos cuando salen a manifestar su descontento a las calles de Caracas y otros seis de los 24 estados del país. Uno de sus integrantes, Paúl Moreno, fue atropellado a mediados de mayo por una camioneta en la ciudad occidental de Maracaibo mientras auxiliaba a unos heridos y el estudiante de medicina de 24 años engrosó la lista de al menos 60 fallecidos que las manifestaciones han dejado en las últimas semanas.
La UCV es la mayor universidad del país, pero hay otros 11 centros de estudios superiores públicos y privados que se unieron a la iniciativa de los «Cruz Verde» y desde las calles ofrecen primeros auxilios.
Aunque recientemente las protestas en Venezuela han ocupado los titulares de la prensa internacional, en el país no suelen ser frecuentes las situaciones de conflicto callejero, por lo que la presencia de paramédicos -en su mayoría jóvenes- llama la atención. Tras unirse a las marchas, se forman en fila y se sujetan por la espalda para evitar perderse entre la multitud. Al notar su presencia, numerosos manifestantes les aplauden, los fotografían, les gritan «íhéroes!» y les lanzan bendiciones.
«Es impresionante lo valiente que son esos muchachos. Cuando comienza la agresión de la guardia y la policía, ellos salen a buscar a la gente entre los gases y las piedras y los salvan», afirmó Patricia Colmenares, una psiquiatra de 50 años, mientras caminaba en medio de una marcha en el este de la capital.
Sin embargo, desde el oficialismo se han levantado voces en contra del grupo. En el programa nocturno «Zurda Conducta», que difunde la televisora estatal, uno de los presentadores llamó a los socorristas «grupo paramilitar» y los acusó de crear «falsos positivos» para afectar la imagen del gobierno de Maduro.
Aunque los «Cruz Verde» suman unos 200 voluntarios, sólo una treintena suele ingresar a las áreas donde hay riesgo de enfrentamientos, que son identificadas como zonas «naranja» y «roja». El resto permanece apostado en las cercanías de las protestas, en áreas denominadas como zonas «verdes», para recibir a los heridos de mayor gravedad en pequeñas carpas o dentro de ambulancias.
La directora del grupo, Daniella Liendo, es una estudiante de medicina de 22 años. Según explicó a The Associated Press, todos los voluntarios reciben capacitación en primeros auxilios básicos y avanzados para actuar en situaciones de conflicto armado. Asimismo, el grupo cuenta con numerosos especialistas en traumatología, pediatría, anestesiología, ginecología, odontología y hasta psiquiatría, que refuerzan la labor del resto de los miembros y ayudan a atender algunos casos como traumatismos craneoencefálicos, que han proliferado durante los últimos dos meses de protestas.
A pesar de la crisis que enfrenta el sector de la salud venezolano, generada en parte por una escasez de más de 90% de medicamentos e insumos importados, Liendo explicó que gracias a las campañas de donaciones que se difunden a través de redes sociales han logrado recibir suficientes insumos en Venezuela y desde el exterior.
En las últimas semanas se ha vuelto común ver a estudiantes, amas de casa y ancianos en urbanizaciones, iglesias, plazas y semáforos recolectando medicamentos y recursos para los «Cruz Verde».
El fallecimiento de Moreno, el estudiante que trabajaba en el grupo como voluntario, generó numerosas reacciones de pesar y solidaridad. A una de las avenidas de Maracaibo, donde murió el joven, le cambiaron el nombre y le pusieron «Paúl Moreno» en su memoria.
«A nosotros nos pegó bastante porque él, igual que nosotros, estaba en la calle ayudando», afirmó Julio Sosa, un estudiante de medicina e integrante del grupo al reconocer que la muerte de su colega en Maracaibo los alertó sobre los riesgos que corren al salir a las marchas a prestar ayuda.
Sosa y sus compañeros saben que la prioridad es garantizar su propia seguridad, pero también son conscientes de que se arriesgan a sumarse a las cifras de lesionados.