El arzobispo de Barquisimeto, monseñor Antonio López Castillo, decidió conformar y activar en la región católica una Vicaría de Derechos Humanos, como un “mecanismo de concientización, acompañamiento legal, psicológico, espiritual y de denuncia, abierto a todos aquellos ciudadanos que requieran este servicio”.
Mediante un comunicado enviado a los medios de comunicación de la región, la Arquidiócesis de Barquisimeto difundió la información que busca hacer un llamado a la conciencia de todos: “a los que gobiernan y a los que aspiran gobernar les decimos que son administradores, no dueños y que la mejor forma de continuar gobernando en paz, no es con discursos sino con resultados visibles que mejoren la calidad de vida y garanticen los derechos de todos, no solo de un sector de simpatizantes. La democracia es para todos o no existe”.
López Castillo aclara que “la preocupación de la Iglesia católica por los derechos humanos no es nueva, ya que diversos documentos tanto del Papa como de los diferentes Episcopados, entre ellos el de Venezuela, han abordado e iluminan esta realidad”.
El comunicado, dirigido a todos los larenses, también contiene citas bíblicas en las que se refuerza que la defensa de los derechos humanos comenzó incluso desde el Génesis.
“Todo ser humano es imagen de Dios. La pregunta de Dios a Caín ‘¿dónde está tu hermano?’ (Génesis 4,9), constituye el fundamento y la razón de ser de la acción de la Iglesia en la custodia y defensa de los derechos humanos”.
Además, dice el arzobispo, muchos venezolanos, hombres y mujeres, que prestan servicio en los cuerpos de seguridad y en los diversos componentes militares, “confiesan ser cristianos (católicos o evangélicos). Les recordamos que ‘hay que obedecer a Dios antes que a los hombres’” (Hechos 5,29). Su función es ante todo, proteger las vidas de los ciudadanos, no de un grupo o partido. Ante la palabra de Dios no hay alternativa: ‘¿eres el guardián de tu hermano o no?’ (Génesis 4,9). Si crees en Cristo, Él te dice: Todo lo que hiciste al más pequeño de mis hermanos, a mí me lo hiciste (Mateo 25,40)”.
“A todos lo que matan, hoy como ayer, les decimos con la voz de Dios: la sangre de tu hermano clama a mí desde el suelo (Génesis 4,10)”.
Monseñor también señala que la paz siempre es posible y “la mayoría del pueblo, que se confiesa creyente y temeroso de Dios, la quiere… Vamos a desarmar las ideas y las palabras que etiquetan, descalifican y matan; vamos a bajarnos del caballo de la soberbia, la ideología, la ambición de poder. Solo así podremos reconstruir la paz, la cual, en palabras de Juan Pablo II requiere de verdad, justicia, amor y libertad”.