La situación de Venezuela es compleja. Cuantiosos sectores son afectados por la ausencia de decisiones económicas acertadas y el deterioro continúa su proceso. El sector productivo agrícola, industrial y comercial, el gremio salud, educación y servicios se hallan de manos atadas.
Al analizar los nudos de conflicto, se encuentran problemas en común: desaparición de insumos y materias primas, ausencia de las divisas y de utilidad.
Esto obedece a una política central de control de cambio que concentra el ingreso de divisas entre sectores públicos. Al ser así el resto de la sociedad resulta desasistida del financiamiento vital expresado en divisas. Sin embargo, el 70 % de la actividad económica en Venezuela depende de componentes importados.
Sin tapabocas, medicinas ni mantenimiento de equipos; sin semillas, maquinarias ni agroinsumos; sin equipos ni materias primas varias (todo esto pagado en dólares), los sectores se paralizan. La misma industria pública, como es el caso de la siderúrgica, que no abastece a industrias metalúrgicas, lo que resulta en una cadena grave de depresiones.
Ante la carencia de un sistema que permita el acceso legal a divisas, sea al precio que sea, las industrias cierran y se reduce la oferta de trabajo permanente, este último quizás el único valor a resguardar laboralmente, ya que la premisa de trabajo digno, garante de un salario que permita cubrir las necesidades básicas y el desarrollo del grupo familiar, ha quedado relegada con la inflación.
Por la emisión sin control de dinero sin respaldo, se menoscabó el valor de compra del bolívar (moneda nacional). Las reservas internacionales actuales son las más ilíquidas desde 1940, cuando se comenzó a llevar registro de estas.
Desatención desbordada
Según Roberto León Parilli, presidente de la Alianza Nacional de Usuarios y Consumidores (Anauco), la desatención social en Venezuela alcanza niveles nunca antes vistos, los cuales además se mantienen en el tiempo. Desabastecimiento severo y voraz inflación, impiden la capacidad de compra del venezolano y propician hambre en los hogares.
En este panorama, el aspecto económico resulta una arista importante por atender. El mismo debe ser tomado en cuenta para encaminar la crisis social y económica que enfrenta el país. “Sin lo económico difícilmente el país pueda retomar la tranquilidad. Por lo tanto, el Gobierno venezolano tiene en sus manos la gran responsabilidad de aplicar las medidas necesarias en momentos de crisis, a fin de soportable la situación del venezolano”, comentó para diferenciar entre un conflicto social con comida en los anaqueles a uno sin esta, como ocurre ahora.
“Amor con hambre no dura”, manifestó el presidente de Anauco al referirse al peso del tema económico en la maleta de problemas que lleva a cuestas el país.
Subrayó que el problema no ha sido de diagnóstico, porque este ha sido acertado; los sectores han hecho sus advertencias. El impedimento no es ser ignorantes de la enfermedad, sino evitar aplicar la cura por falta de voluntad.
No hay solución
Para Yonaide Sánchez, sociólogo y docente de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA), además de representante del capítulo Lara de la organización Transparencia Venezuela, el contexto y Gobierno actual no permiten pensar en soluciones económicas a los problemas sociales planteados permanente.
La crisis es producto de políticas sociales y financieras equivocadas, relacionadas con el control de cambio, restricciones sobre el aparato productivo, control de importación e intervenciones de empresas.
La escasez que ha producido mecanismos tan perversos como el bachaqueo y una liberación de precios no oficial que colocó la comida en el mercado a precios inalcanzables, son producto de medidas equivocadas, ante las cuales el venezolano ya ha emitido su rechazo.
Las rectificaciones esperadas
En opinión de Orlando Zamora, exjefe de la división de riesgo cambiario del Banco Central de Venezuela (BCV), la sociedad demanda un ajuste inmediato, en especial una sinceración de precios, a fin de que las empresas perciban un margen de utilidad que les permita reinvertir los montos en su misma actividad. “Los problemas son muy graves. Del lado agrícola, por ejemplo, tomaron una cantidad de medidas confiscatorias de tierra que a la larga no produjeron ni crearon empleo”, expresó.
El cuadro económico del país ruega por la toma de medidas puntuales, relacionadas con la institucionalidad del Banco Central de Venezuela (BCV), que al dar una imagen de orden y responsabilidad, se comprometa a no emitir dinero de manera indebida, a fin de generar confianza para estimular la inversión en el país. También debe promover un tipo de cambio único, a objeto de posibilitar el ingreso de divisas de particulares.
Zamora aseveró que existen medidas mínimas que pueden detener el deterioro de la situación social, puesto que los extremos de pobreza se alteran de forma negativa con cada estadística.
El sector alimentos es uno de los más lesionados, cuyos efectos alcanzan de la peor manera a más venezolanos. En el país sólo produce el 30 % de las necesidades de alimento y únicamente una parte de la proporción restante es atendida a través de importaciones.
La industria y el campo apenas producen a una tercera parte de su capacidad, por lo que elementos vitales como azúcar, café y maíz muestran signos de gravedad.
Ha aumentado la capacidad de compra del ciudadano, por crecimiento de los salarios y de la oferta agregada por subvenciones, pero esto no se corresponde con la producción nacional.
Dicho desequilibrio se mantendrá hasta tanto el sector privado no ocupe el lugar que le corresponde, el de la iniciativa, promoción, inversión, crecimiento y fomento del desarrollo social; tareas complejas en medio de un ambiente de desequilibrios.
Otra característica resaltante de la Venezuela actual es la amplia informalidad de su economía, lo que sustituye los sectores del empleo formal e institucional, a diferencia un país industrializado donde los esquemas vulnerables son reducidos.
El país denota una importante distorsión en cuanto a la creación de empleo estable, razón por la cual sectores populares se han visto obligados a improvisar alguna actividad económica.
La informalidad agrega muy poco valor a la construcción económica de un país (15 % del PIB). No representa generación de riquezas o ingresos significativos.
Sin embargo, en situación parte de las soluciones y la superación está encauzada hacia dichos sectores, por demás creativos, que reducen los costos y casi siempre presentan alternativas al mercado.
-Lo importante es que pasen a la formalidad y paguen impuestos, que tengan deberes, pero también a derechos dentro de una planificación del país. Esta debe ser política de alto aliento, ya que la informalidad se estima ronde el 56 %.
Zamora criticó que dentro de esa informalidad haya un mercado de miseria, el cual debe ser superado a través de una planificación a largo plazo.
Otras aristas del problema
La seguridad personal resulta un tema complejo para el país, puesto que se trata de una sociedad desasistida económica y socialmente, en especial en materia de prevención y seguridad.
-El Estado ha dado más importancia a la inversión en equipos antimotín de la Guardia Nacional… pero no ha sido así para los cuerpo policiales y la construcción de cárceles está estancada.
A juicio de Zamora existe una disociación o divorcio entre el Gobierno Nacional y la situación de los sectores más humildes, lo que ha permitido el cultivo de situaciones de delincuencia que se han profundizado. “La delincuencia de ahora no es la de antes, de robos, sino una delincuencia sectorizada, fundamentada en extorsiones, secuestros, cobros de comisiones, participación de negocios públicos y otros… Es un problema realmente complejo que merece un plan a largo plazo, el cual debe concentrar lo represivo, lo preventivo y la toma de decisiones urgentes que ejemplifiquen la formación de empleo, pero también de valores, así como de la acción rápida e inmediata de la justicia, porque la impunidad es el principal estimulante de ese grave desequilibrio social que sufrimos”.
Señaló que el tema salud es complejo y si bien el Estado ha hecho grandes inversiones en este respecto, ha sido a través de planes desordenados, sin infraestructura de primer orden, como Hospitales – IV. En su mayoría se han construido ambulatorios que no satisfacen las necesidades.
La demanda de servicios médicos es gigantesca. Sin embargo, la masificación del programa Barrio Adentro, alcanzó su límite, olvidándose la hospitalización, que demanda mayores recursos.
La educación, igualmente, es posible de atender a través de maniobras económicas. Para ello se requiere una inversión elevada, la cual se debe asumir a largo plazo y con cuidado. Debe haber la certeza de que los proyectos puestos en práctica podrán ser constructivos y acertados en el tiempo.
También es preciso que se estimule la educación privada, cuyo funcionamiento como empresa ha sido obstruido.
Para Zamora la educación es la primera obligación del Estado. Sin embargo, con las dificultades económicas actuales es necesario realizar un plan de revisión de costos burocráticos. Es de recordar que en la historia reciente el tema ha sido tratado hasta por tres ministerios en simultáneo.
El Gobierno actual, si bien ha creado numerosas universidades, ha masificado la educación sin calidad. Algunas de estas han sido politizadas.
Aunque en crisis profunda el sector educativo suele ser afectado, se debe entender que es la formación de valores y recursos humanos, con calidad, la principal garantía de superación de un país.
Para todas estas mejoras, Venezuela necesita ser una nación productiva.