La urbanización Club Hípico Las Trinitarias continúa en resistencia. Hace más de 50 días tomaron las calles de la zona por primera vez. Este grupo organizado se ha enfrentado a las agresiones de los guardias nacionales y colectivos que han intentado dispersarlos, y sobre la marcha han aprendido las mejores estrategias de trabajo en equipo para mantenerse firmes en la batalla.
Hoy se cumplen nueve días desde que se mantienen día y noche cuidando las entradas y salidas de su conjunto residencial. Para protegerse y evitar que los funcionarios puedan ingresar al lugar, este grupo ha colocado barricadas por doquier. El paso se encuentra obstaculizado desde el cruce del C.C Las Trinitarias en la avenida Hermann Garmendia, hasta la calle principal de la urbanización. Más de 20 barricadas se pueden contabilizar en un recorrido por el sitio. Troncos, ramas y restos de basura son los elementos que principalmente utiliza la resistencia. En la entrada que tienen frente a la Universidad Fermín Toro colocaron un gran mural hecho con piedras. Todo con el objetivo de que los ajenos no logren entrar. Sin embargo, el paso es abierto a los vehículos de quienes viven en ese espacio.
Para desplegarse allí las 24 horas del día se han dividido en equipos y cumplen con guardias establecidas, tal como un cuartel de combate. La gran mayoría de los “guerreros” son jóvenes, algunos se dedican a estudiar y otros a trabajar, a pesar de eso muchos han dejado sus libros de un lado y se han dedicado de lleno a vigilar sus barricadas, y quienes tienen mayores responsabilidades destinan una parte de su tiempo a sus labores cotidianas y otras a acompañar a quienes resisten.
“Es mentira eso que dicen de que tenemos la urbanización secuestrada. Acá en ningún momento se prohíbe el paso de nuestros vecinos y ya todos nos unimos a esta batalla. Mientras una parte estamos en las calles, listo para enfrentar cualquier batalla, otros colaboraron con comida, agua, municiones”, expresó uno de quienes organizaba la vigilancia en el lugar.
Desde las azoteas de los edificios de más de 16 pisos, un par de chicos vigilan todo lo que sucede en los alrededores y alertan a quienes están en las trancas de cualquier movimiento extraño que vean de motorizados o si se acercan los guardias nacionales.
La resistencia puntualizó todas las agresiones que han sufrido. Han tenido heridos por perdigones, metras e incluso armas de fuego. En los escudos que usan para protegerse y aseguran les han salvado la vida, se pueden ver las marcas de los impactos e incluso en los mismos edificios hay hendiduras, fantasmas de las violaciones que han sufrido en la urbanización. Frente a todo esto, ellos aseguran que han tenido que crecer como grupo, prepararse y buscar alternativas o métodos de comunicación entre ellos y trabajar más eficientemente. Por todo esto los miembros del grupo son considerados como los Blindados de Lara.
“Tenemos como defendernos, nuestras armas y ganas de luchar. Pero nuestra mayor arma es Dios. Estamos conscientes del riesgo que corremos, podemos caer presos en cualquier momento o morir en la batalla, pero daremos lo mejor de nosotros y no abandonaremos la pelea hasta que tengamos el país que deseamos”, expresó un estudiante de derecho de 23 años de edad, que a pesar de que la universidad donde estudia, que queda a media cuadra de su urbanización, se mantiene cerrada por temor de que los colectivos lleguen a agredirlos a ellos y quemar la institución, sigue apostando su vida por Venezuela.