La pregunta que copa el ambiente, en medio de la incertidumbre cada vez más generalizada que vive la gran mayoría de los venezolanos, es hasta cuándo durará esta situación de subversión política, violencia y represión. A diferencia de otros tiempos, en los cuales la respuesta simple remitía a una cuestión de tiempo, hoy entran en juego otras variables. La dinámica marca nuestra cotidianidad.
Cuando se creía que el gobierno nacional, su dirigencia, en medio del luego político en el cual se inscribe la confrontación, desarmaría a la oposición y a la resistencia que impulsa, con esta nueva fase de la Salida II, dando respuesta al petitorio nacional e internacional de señalar por intermedio del CNE, el calendario electoral, le dio largas al asunto. Mes y medio. Inventó la propuesta de ANC y ahora es cuando lo declara: el 10 de diciembre de este año. Cómo podrá apreciarse, ese anuncio ya fue desechado por la dirigencia opositora. Lo cual hace presumir que la escalada del conflicto nos llevará hasta la época de las hayacas.
Otro referente puede provenir de la metodología que se ha aplicado con éxito en otras latitudes – sin que ello lo garantice para nuestro país – según el denominado Manual de Guerra No Convencional. Ucrania, por ejemplo. La refriega tuvo una duración de 90 días, con todo el costo político implícito, la destrucción física y el número de heridos y vidas que consumió. Según Informe del Alto Comisionado de la ONU, para finales del 2015, el número total de víctimas era de al menos 9.098 muertos y 20.732 heridos.
Otro dato que tampoco parece servir de mucho para quienes alientan la violencia, pero sí para quienes llaman a la Paz: en la República Democrática del Congo (RDC), en los actuales momentos el gobierno enfrenta un brote subversivo que se inició el primero de abril. Hasta el momento, la contabilidad macabra registra cerca de 300 muertos, según reporta la agencia de noticias EFE.
Ya superamos el número de muertos que nos dejó el episodio anterior auspiciado por los mismos partidos políticos. Siguen viendo la caída del gobierno al final de la cuadra, al doblar de la esquina y, por consiguiente, no creen en marchas pacíficas sino están acompañadas de violencia. Afirman que el diálogo está muerto. Han hecho su inversión en esta nueva modalidad de guerrilla urbana, al incorporar a la delincuencia común.
Basta remitirse al costo del equipamiento de los grupos incendiarios focalizados en algunos sectores, sobre todo en la ciudad de Caracas y Miranda.
Del tipo de represión que durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez se vivió en el país pueden hablar con propiedad los dirigentes de Acción Democrática y del PCV, principalmente. De los muertos, torturas y desapariciones que dejó la subversión y guerrilla durante el gobierno de Rómulo Betancourt y de Raúl Leoni, que hablen los prominentes líderes de izquierda que condujeron a la muerte de centenares de jóvenes que se enrolaron en esa causa, inocentes víctimas civiles, e integrantes del ejército, de unas FAN, siempre defensoras y garantes del orden público. La prédica es similar. Son los huérfanos del poder con su apuesta mortal.
Un ciclo moderno que se inició en la IV, prosigue en la V y continuará después de diciembre del 2018, erosionando las instituciones y la convivencia en Paz de los venezolanos.
