Quienes vociferan sobre el fin del capitalismo y el surgimiento de la sociedad postcapitalista y al mismo tiempo magnifican el hecho tecnológico, en realidad están plasmando una nueva cara del capitalismo, donde la el conocimiento toma un papel estelar dentro del capitalismo, pero el conocimiento no se convierte en un factor ajeno al capital. La ciencia y la tecnología moderna siempre han sido y serán- mientras predominen las relaciones sociales capitalista- parte esencial del capital, y como tal, trabajo objetivado.
El conocimiento, las tecnologías, por más sofisticadas que sean no son una abstracción, una metafísica, no son extrahumanas, ni extraterrestre, son el producto del trabajo social. Siguen al servicio del capital y sus dueños, la burguesía, el conocimiento es la nueva fuerza de trabajo, repotenciada, acumulado, con plusvalor, pero sigue siendo trabajo, que al igual que el producto material es enajenado por el capital, pierde su esencia y se convierte en vulgar mercancía digerible por igual por toda la humanidad siendo la única limitante la capacidad de compra.
Como bien ha señalado González Quiroz (1998) en este mundo del ciberespacio a diferencia de lo que piensa Druker y Toffler, -quienes afirman una desdibujamiento de las diferencias sociales- el mundo estará claramente dividido entre quienes tienen el poder de la información – “Una ciberburguesía – y la gran mayoría de consumidores que se han convertido en el proletariado de la era digital…” (p.154)
Estamos consciente de que ya en las sociedades económicamente tecnologizadas, la concepción tradicional del trabajo como fuerza bruta no es la predominante (sin que hay dejado de existir) y que la condición cualitativa del trabajo forma parte del proceso económico. Pero no por ello podemos afirmar que ha dejado de existir la explotación, la plusvalía y la división social con respecto al papel que se ocupa en las relaciones sociales de producción, y mucho menos decretar el fin del capitalismo o la entrada a una época postcapitalista.
Hemos pretendido demostrar, que todos estos cambios ocurridos no son elementos de una sociedad distinta, sino que son procesos y actores nuevos de la actual dinámica capitalista. La racionalidad del capital, la búsqueda de la ganancia es la que impera. Esto no es un descubrimiento, ya Marx (1977) en los Gründisse señala que: “En la época del capitalismo avanzado la dominación opera ya en el concepto y la construcción de técnicas.” Ya en estos Manuscritos de 1858 hace un análisis minucioso a esta tendencia a la disminución en términos relativo-cuantitativo del trabajo manual, del capital variable frente al capital constante producto del avance tecnocientífico.
La ciencia y la tecnología moderna han estado a favor del capitalismo desde sus orígenes. El desarrollo científico y tecnológico, ayer y hoy, se debe, en última instancia, a satisfacer necesidades propias del desarrollo del capitalismo. Ya hoy no podemos mantener posiciones ingenuas al respecto, pensar que la ciencia surge y se recrea por simple capacidades individuales, vocaciones personales y muchos menos una posición altruista, para “el bien de la humanidad”.
Hay demostraciones, más que evidentes de las deficiencias, deformaciones, la inoperancia, e indiferencia de la ciencia frente a los cada vez mayores problemas mundiales, como la pobreza, enfermedades, la contaminación del ambiente, entre otros. Sin negar que existan condiciones individuales, lo que determina el contexto y naturaleza de este desarrollo tecnocientífico es el contexto de las fuerzas productivas en el capitalismo.
El conocimiento y la ciencia no son metafísicos, no son abstracciones, son realidades concretas. Desde el surgimiento del positivismo, con todas sus variantes, han surgido en y para el capitalismo. El desarrollo de las ciencias naturales (ingeniería, biología, química, física), pasando por las más primitivas teorías taylorianas, son ciencias para contribuir en el desarrollo de las fuerzas productivitas y formas de organización del trabajo asalariado capitalista. Continuara…
Pedro Rodríguez Rojas
pedrorodrí[email protected]