Rafael Monasterios está catalogado por críticos y estudiosos del arte nacional como uno de los más importantes pintores del siglo XX. Su obra está representada en las más importantes colecciones privadas y de museos nacionales, aun cuando en su ciudad no abunde. Nació en Barquisimeto el 2 de noviembre de 1884 y fue bautizado en la iglesia de la Concepción con el nombre de Félix Rafael. Hijo del calígrafo Pedro Monasterios Herize y Amalia Ramos. Tercero de una familia conformada por Margarita, Mercedes, Raúl, Isabel y Amalia Rosa.
Desde temprana edad mostró inclinaciones por la plástica, a los 7 años fue discípulo de Eliécer Ugel, de quien recibió sus primeras nociones de pintura y composición a instancias del sacerdote Juan Pablo Wohnsiedler, quien a la muerte de su padre se encargó de su educación y protectorado. En 1901 se alistó bajo las órdenes de coronel Eleazar Segovia en la llamada “Revolución Libertadora” liderada por el banquero Manuel Antonio Matos contra el gobierno de Cipriano Castro, donde adquirió el título de capitán, pero víctima del paludismo se vio obligado a abandonar la acción armada y regresa a la ciudad.
En 1906, obtuvo una mención honorífica en la II Exposición de Manualidades y Artesanía del estado Lara.
Entregado plenamente a la actividad pictórica elaboró decorados y telones para la Compañía de Zarzuela “Ortiz” que realizaba una temporada de presentaciones en el teatro Juares y encontró en aquel joven creador un recurso técnico que permitió recrear una zarzuela en medio del árido local.
En 1908 fue becado por el gobernador, general Diego Bautista Ferrer, para realizar estudios en la Academia de Bellas Artes de Caracas y perfeccionó su obra, allí forma parte del Círculo de Bellas Artes de Caracas. En 1910 nuevamente auspiciado por la Gobernación del estado Lara permaneció tres años en España, donde realizó estudios en la Escuela de Artes y Oficios de Barcelona y adquirió lo que podría definirse como un perfil de su obra. En España conoció a Armando Reverón otro poseedor de los secretos de la inmanencia de nuestra luz, potentada por la costa, donde el blanco los une.
En 1914 debido al estallido de la Primera Guerra Mundial se vio obligado a regresar a Barquisimeto, donde desempeñó diversos oficios: pintor de brocha gorda, pintor de automóviles y pulidor de muebles. Recibió encomiendas de decorar casas y se hizo un viandante del estado el cual recorría a pie con telas y macundales propios de un fotógrafo viajero que plasmó en sus inigualables lienzos. En 1916, en El Tocuyo, decoró la casa de Sofía de Tamayo Pérez, madre de Pío Tamayo, y en 1917 realizó igual labor en la hacienda Pacheco, propiedad de la familia Otengo en Caracas. Maestro del paisaje, su obra que regaló a amigos y en su momento vendió a precios irrisorios es cotizada hoy en el mercado mundial del arte en millones de bolívares, paradoja de un hombre cuyo pincel se adornaba con un cigarrillo, mientras deslastraba colores en procura de aprehender la imagen que logró traslucir con plenitud y hacer de lo regional una referencia.
En 1920 contrajo matrimonio en Caracas con Isabel Teresa Linares Carvajal, quien falleció tempranamente en 1928, un año antes nació Violeta, su única hija. En 1936 el gobernador del Estado el general José Rafael Gabaldón decretó la creación de la Escuela de Artes Plásticas de Barquisimeto y encomendó a Monasterios su dirección en la cual permaneció hasta 1940, institución que luego adoptaría el nombre de otro epónimo de las artes como lo fue Martín Tovar y Tovar. Luego fue profesor del Liceo Lisandro Alvarado y de la Escuela de Artes Plásticas de Caracas.
En 1941 fue galardonado con el Premio Nacional de Pintura del II Salón de Arte de Venezuela y dirigió la Escuela de Artes Plásticas del Zulia. Luego de una intensa actividad docente y creativa, recorrió los Andes testimoniando la naturaleza y el paisaje. Por su aquilatada trayectoria, el gobierno regional le obsequió una vivienda en Colinas de Santa Rosa, donde murió el 2 de noviembre de 1961 y en cuyo camposanto fue sepultado.
En 1968 el Museo de Bellas Artes realizó una primera retrospectiva de su obra y en 1981 el Museo de Arte Contemporáneo refrendó la trascendencia de su creación en la plástica venezolana a través de una completa exposición retrospectiva de su obra.
La Galería de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado lleva su nombre, así como varias escuelas y centros de enseñanza.
