Pensar en los grandes hechos históricos como eventos ubicados en un momento específico es un error, lo que conocemos como fechas emblemáticas son un intento de concentrar un conjunto de eventos dispersos en tiempo y lugar. La Firma del Acta de Independencia, la Batalla de Carabobo, y así otras fechas representativas son precisamente esos intentos de darle especificidad a un complejo conjunto de causalidades y consecuencias. Paradójicamente hay situaciones menos conocidas que fueron quizás más determinantes, como por ejemplo el momento en que Bolívar decide atacar Bogotá.
En el contexto actual venezolano tener esto presente es de gran importancia, pues no cabe duda que se han venido acumulando un conjunto de eventos que pueden parecer dispersos, pero que sin embargo con bastante certeza es posible prever que están contribuyendo a la constitución de esa fecha que ocupará un lugar privilegiado en la historia moderna del país. La situación actual del país desembocará en una realidad futura poco previsible hoy, pero sin duda lo que ocurra en ese porvenir se está construyendo con las acciones u omisiones de cada uno en estos momentos.
Cada día son más los venezolanos que van perdiendo el miedo, también es cierto que otros se van cansando, hay quienes incluso siguen intentando mirar hacia otro lado. Pero lo cierto es que en Venezuela hoy se están librando batallas en muchos lugares, desde esas que se han apoderado de nuestras pantallas con jóvenes valientes enfrentándose a la represión, a otras más silenciosas pero también importantes como pueden ser aquellas en las que muchos en silencio se van sumando a la causa de la Democracia y la Libertad.
Lamentablemente Venezuela no pudo escapar al lado trágico de la historia, lo que pudo ser una transición hacia un modelo de mayor consenso y capaz de devolver al venezolano la posibilidad de aspirar a una mejor calidad de vida se convirtió en un campo de batalla, en la que unos pocos optaron por apelar a las armas como único argumento. El Poder y la ambición volvieron a hacer de las suyas, lo mismo las complicidades y los intereses, estos factores fueron capaces de llevar al pueblo venezolano a un callejón sin salida en el que las diferencias aparentemente solo se pueden resolver a golpes.
La violencia es peligrosa, y sin duda no es deseable, más aún cuando se entra en un espiral en el que al final solo importa la confrontación sin importar el por qué. En este momento quienes tienen el Poder de detener esta lamentable situación deberían de dejar de mirar al joven que tiró una piedra y fijarse en las razones que han hecho que millones de venezolanos hayan decidido arriesgar sus vidas, apelar a argumentos de “orden público” es no querer comprender una realidad mucho más profunda. Venezuela ya se enlutó, ojalá la tragedia no siga siendo la protagonista del nuevo país que sin duda vendrá.