El llamado al diálogo del Gobierno no merece ninguna credibilidad, porque a finales del año pasado, después de haber establecido unos acuerdos con la oposición en medio de la mediación del Papa y la facilitación de expresidentes y jefes de Estado, prácticamente se burló de ellos, expresó el Dr. Rafael Simón Jiménez, exprimer vicepresidente de la Asamblea Nacional, historiador y profesor universitario. Eso no es una cuestión que lo diga la oposición, sino que está contenido en la carta que monseñor Pietro Parolín, autoridad del Vaticano, le envió al Ejecutivo Nacional y lo que tuvo como respuesta fue un insulto.
El Gobierno se había comprometido en la mesa de negociaciones a una serie de realizaciones, entre ellas la libertad a los presos políticos, el reconocimiento de la Asamblea Nacional, la apertura del canal humanitario. Por supuesto, no cumplió ninguno de esos compromisos que están pendientes y que fueron los primeros puntos para reactivar un diálogo. Ahora nuevamente está llamando a una conversación para una Constituyente.
Pero, el tema de la Constituyente es tramposo, señaló. Lo ha sacado debajo de la manga. El Gobierno está colocado de espaldas al pueblo y que se ha negado reiteradamente a abrir la posibilidad de que el electorado se exprese en las elecciones de gobernadores, que tienen ya seis meses de retardo. Y nada se sabe sobre las elecciones de alcaldes, que deben cumplirse este año. Ni tampoco a los comicios del 2018 en los cuales se debe producir el relevo de poder en la presidencia de la República.
Un planteamiento como este, que lo que busca es evadir el verdadero cronograma electoral, tampoco amerita credibilidad.
Al mismo tiempo, la gente en Venezuela perdió el miedo. Estos 45 días de movilizaciones en las calles y de represión indiscriminada y brutal lo que ha mostrado es que mientras más reprime el Gobierno, la gente tiene más coraje y más decisión de luchar por sus ideales.
La gente sabe que está en una disyuntiva: o expresa con toda contundencia su rechazo lo que estamos viviendo o resignarnos como Cuba a una situación de esclavitud de dominio político y de hambre. Esto quiere decir que la gente no dejará la calle aunque tenga que ser reprimida.