La soberanía reside en el pueblo y esta solo se expresa a través de una elección libre con voto universal, directo y secreto. En democracia deciden las mayorías, esa es la regla fundamental. Pero en Venezuela ya eso en la práctica no es así y con la constituyente fraudulenta de Maduro, no lo será más nunca. Por eso debemos impedirla a toda costa, porque se trata de la eternización de la tiranía, la disolución de la República y el fin de las elecciones democráticas. No es casualidad que sea Elias Jaua la cabeza de este parapeto cubanoide.
Esta constituyente corporativa diseñada para que una minoría militante se imponga ante la inmensa mayoría que quiere un cambio de gobierno, es a todas luces el último recurso de la dictadura luego de intentarlo todo para burlar la soberanía popular. Desde el cambio arbitrario de los circuitos electorales, pasando por la creación de gobernaciones paralelas, la anulación de la juramentación de los diputados de Amazonas, la eliminación del referéndum revocatorio, el desconocimiento del Poder Legislativo, la eliminación de las elecciones regionales, hasta llegar a esta constituyente convocada sin referéndum y con bases comiciales absurdas, forma parte de un plan preconcebido por la dictadura para perpetuarse en el poder quitándole al pueblo su poder de decidir.
Lo primero a tomar en cuenta es la usurpación que pretende hacer Maduro del poder de convocatoria de la constituyente que únicamente reside en el pueblo. Alegar su potestad de iniciativa para imponer un mecanismo indirecto y secuestrado por la estructura de su partido, sin pasar siquiera por la consulta popular en referéndum, es de entrada un golpe de Estado. Si para enmendar o reformar la constitución, se requiere de un referéndum aprobatorio, ¿Cómo es que una constituyente originaria puede rehacerlo todo sin que medie la voluntad soberana del pueblo expresada en referéndum? En derecho, quien no puede lo menos, no puede lo más. Es el pueblo y no Maduro quien puede convocar una constituyente originaria. Punto.
El otro dato crucial tiene que ver con la forma sectorizada y corporativa con la que se escogerían los miembros de la constituyente. El principio del sufragio universal consiste en que todos las personas mayores de edad inscritas en el registro de electores tienen el mismo derecho a votar y su voto vale igual: Cada persona un voto. Con la constituyente fraudulenta de Maduro los militantes del partido de Gobierno podrán votar múltiples veces mientras que el resto votará solo una vez para escoger tan solo una parte de los constituyentes. Me explico, un miembro de un consejo comunal, beneficiario de un Clap, socio de un sindicato bolivariano, perteneciente a la milicia y habitante de un municipio, podrá participar hasta en cinco elecciones para escoger constituyentes en cada una de esos ámbitos descritos, mientras que un elector no militante del partido de Gobierno solo podrá votar una vez para escoger a su constituyente territorial. Esa proporción de 5 a 1 es la que lograría que un Gobierno con apenas 10% de apoyo popular pueda ganar una elección. Y ese perverso esquema electoral será luego utilizado para escoger presidente, gobernadores, diputados y alcalde. Se trata del fin de la democracia y la consolidación de la dictadura. Ya no serán los electores los que escojan a sus gobernantes, sino los gobernantes los que escojan a sus electores.
Lo que pasaría después de que se llegare a instalar una Asamblea Constituyente de estas características, es fácil de suponer. Más nunca el pueblo podrá escoger por mayoría electoral a sus gobernantes y quedaríamos a merced por tiempo indefinido de una dictadura hambreadora y asesina. Por eso debemos seguir en rebeldía pacífica y constitucional en contra de la tiranía, asumiendo la calle como el escenario de lucha para restituir el sagrado derecho al voto. Lo que queremos, lo que pedimos, es muy simple: Que la mayoría decida.
Caso cerrado, el dictamen final lo tiene usted.