Este es un gobierno autocrático, autoritario y militarista, que se proyecta mantener en el tiempo con la Asamblea Constituyente comunal anunciada y decretada por Nicolás Maduro, que ya fue hecha del conocimiento del Consejo Nacional Electoral, cuya presidenta Tibisay Lucena, desconociendo la Constitución de la República, ya ha aparecido junto al jefe del Ejecutivo Nacional para iniciar el proceso ilegítimo que le ha sido confiado.
La declaración fue hecha por el profesor Pedro Pablo Alcántara, ex diputado de la Asamblea Nacional y miembro del directorio de Voluntad Popular.
Nada de lo que está haciendo Nicolás Maduro es improvisado, explicó. Es consecuencia de la línea trazada por Hugo Chávez, que se fundamenta en el modelo político del sociólogo y politólogo argentino Norberto Ceresole, principios del nazismo y del comunismo, en la experiencia desarrollada por los hermanos Fidel y Raúl Castro, en las directrices emanadas del foro de Sao Paulo y en las ideas de Podemos de España y del sociólogo Ignacio Ramonet.
Chávez idealizó el modelo de Ceresole compuesto por caudillo, fuerza armada y pueblo.
Es por ello que el desaparecido comandante eterno concibió, primero al MRV y luego al PSUV, como una estructura electoral y consideró a la fuerza armada como el único partido con disciplina.
“Si Hugo no recurre al Ejército, no tiene nada”, advirtió Ceresole al entonces Presidente de la República. Hoy puede considerarse a los colectivos como subalternos de los militares.
Esos grupos de individuos armados, que se movilizan en motos, han estado reprimiendo a los manifestantes con el apoyo de la Guardia Nacional y la Policía Nacional Bolivariana.
La noche del martes de esta semana esos colectivos entraron en una fase que puede considerarse más caótica en el estado Carabobo, donde pueden actuar con toda impunidad.
Los saqueos se sucedieron en Valencia y se extendieron hasta Naguanagua, donde fueron destruidos comercios de todo tipo; pero, durante todo el tiempo que causaron sus delitos, no apareció ninguna autoridad. Ni la policía de Carabobo, comandada por Francisco Ameliach, ni la Guardia Nacional, ni la Policía Nacional Bolivariana. Es evidente que todas estas actuaciones están motivadas con el propósito de reservar al Ejército cuando el Gobierno, asediado como se encuentra por su incompetencia e irresponsabilidad, comience a sentir los efectos de su perversidad. Es de esperarse que haya mayores desmanes en todo el país.