El gobierno de Venezuela comenzará este jueves su proceso de retiro de la Organización de Estados Americanos (OEA), enfrentado a una creciente presión internacional y una ola de protestas que dejan una treintena de muertes.
En un hecho sin precedentes en la OEA, Venezuela se aparta voluntariamente -Cuba fue expulsada en 1962-, alegando que un grupo de países encabezados por Estados Unidos hace «intervencionismo e injerencismo» a través de ese organismo para derrocar al presidente Nicolás Maduro.
La canciller Delcy Rodríguez anunció esa decisión poco después de que la OEA, con el voto de 19 países, convocara a una reunión de cancilleres -en fecha aún no precisada-, para evaluar la grave crisis del país.
«Retirarse de la OEA aislaría mucho más a Venezuela y dejaría en entredicho que sigue siendo una democracia. Sin duda es una medida desesperada que indica que el gobierno busca retirarse antes que le apliquen» sanciones, dijo a la AFP Diego Moya-Ocampos, analista del centro IHS Markit Country Risk de Londres.
El proceso de retiro, que tarda 24 meses, comenzará cuando Venezuela presente una carta de denuncia contra la OEA al secretario general, Luis Almagro, quien a su vez ha insistido en la aplicación de la Carta Democrática -para casos de ruptura del orden constitucional-, al acusar al gobierno de Maduro de convertirse en una «dictadura».
«Un paso gigante»
«He dado un paso gigante para romper con el intervencionismo imperial», dijo el mandatario al referirse en Twitter a su decisión sobre la OEA.
La OEA subió el tono al adoptar a inicios de abril una resolución según la cual en Venezuela se violó el orden constitucional cuando el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) se adjudicó funciones de la Asamblea Nacional, único de los poderes públicos controlados por la oposición.
Desde que estallaron las protestas el 1 de abril, tras ese fallo del TSJ, Almagro se ha hecho eco de los reclamos de la oposición: elecciones, liberación de un centenar de «presos políticos», respeto a la autonomía parlamentaria y cese de la «represión» de las manifestaciones.
Un día después de la resolución de la OEA, la Eurocámara condenó la «represión brutal» en Venezuela y urgió a Bruselas a estudiar «otras medidas» para «restablecer la plena democracia» en el país latinoamericano.
En su programa nocturno del miércoles, Diosdado Cabello, uno de los dirigentes más poderosos del chavismo, calificó a Almagro como un «grandísimo arrastrado».
Caracas, por su parte, pidió a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) una reunión para el 2 de mayo, en busca, según Maduro, de «solidaridad para derrotar el plan intervencionista contra Venezuela».
El gobernante socialista encabezará este jueves una concentración de mujeres que ya se movilizaban en el centro de la capital.
Para el presidente del Parlamento, Julio Borges, salir de la OEA «es una constatación de que el gobierno de Maduro está «derrotado».
Un 1 de mayo caliente
La temperatura en la calle tampoco parece bajar. La oposición llamó a sus seguidores a participar este jueves en una sesión extraordinaria del Parlamento en el Parque Miranda, en el este de la ciudad.
Después de la sesión, irán a la Plaza Altamira, considerado bastión opositor, donde el miércoles murió un joven de 20 años, según dirigentes opositores por el impacto de una bomba lacrimógena en el pecho, aunque la Fiscalía realiza aún las investigaciones.
Para el 1 de mayo, que siempre ha sido una fecha de masivas concentraciones chavistas, la oposición convocará, en un nuevo desafío al gobierno, a una «gran marcha», justo el día en que se cumple un mes del inicio de sus movilizaciones.
La oposición ha dicho que seguirá en las calles, ya que asegura que la salida de Maduro es la única forma de revertir la grave crisis económica que sufre el país con las mayores reservas de petróleo del mundo.
Más de 70% de venezolanos, según encuestas privadas, reprueba la gestión del mandatario, agobiados por la escasez de alimentos y medicinas y de una inflación que según el FMI llegará al 720,5% este año, la más alta del mundo.
Las protestas han derivado en choques entre fuerzas de seguridad y manifestantes, disturbios y saqueos, que dejan ya al menos 28 muertos y cientos de heridos y detenidos.
En medio de la tensión, Maduro, cuyo mandato concluye en enero de 2019, ha hecho llamados al diálogo y dice querer elecciones, pero se refiere a las regionales, que en 2016 fueron postergadas y aún no tienen fecha, descartando un adelanto de las presidenciales de diciembre de 2018.