La revolución bolivariana fue un proyecto golpista no electoral en sus orígenes militares, cuya escencia permanece aún. Desde hace meses en los canales ofciales hay una campaña recordando bajo el título de “desencadenante histórico” el momento en el que el MBR-200 decidió asumir la vía electoral con Chávez como candidato, dejando claro que las elecciones es algo coyuntural y prescindible al proyecto político original, un medio entre muchos otros, que compite libremente con la lucha armada por ejemplo.
La popularidad de Chávez permitió que las elecciones se mantuvieran y profundizaran como práctica luego de su llegada a la presidencia. Su mayoría electoral le sirvió hasta para hacer una nueva constitución y dominar el Estado en todos sus niveles mitigando con abuso de poder cualquier excepción a la regla. Hasta que llegó el primer aviso con la derrota sufrida en la reforma constitucional, a partir de la cual comenzó una práctica de imponer por leyes y decretos todo lo que había sido rechazado ya en referéndum y que contrariaba el espíritu más básico de la constitución. Ese fue el primer auto Golpe del chavismo, en 2008, cuando se impuso un socialismo inconstitucional contraviniendo la voluntad soberana del pueblo. Igualmente montaban gobernaciones paralelas donde perdían las elecciones y hasta despojaron a la alcaldía mayor de todas sus competencias y recursos luego de que ganara Antonio Ledezma. El voto comenzaba a ser desconocido.
Pero ya sin Chávez y luego de la llegada al poder de Nicolás Maduro con un precario y dudoso uno por ciento de ventaja, comenzó el debate en la cúpula gobernante para buscar la forma de seguir en el poder siendo la minoría a la que estaban ya destinados. La presión interna y externa los obligó a convocar las elecciones parlamentarias, no sin antes ensayar un estado de excepción en los estados fronterizos. Y pasó lo inevitable, la oposición unida en la MUD obtuvo las dos terceras partes del parlamento nacional quedando a un paso de la mayoría de las gobernaciones, las alcaldías y la presidencia. Solo que a partir de este momento comenzó el segundo auto Golpe que hoy sigue en marcha y tiene al pueblo en rebeldía. El plan era desconocer la Asamblea Nacional y suspender indefinidamente el derecho al voto de los venezolanos. La suspensión del referéndum revocatorio y la omisión ante la convocatoria de las elecciones regionales son pruebas evidentes del plan golpista que buscaba también elimar partidos e inhabilitar dirigentes con el fin de hacer elecciones en 2018 contra una oposición dividida y prefabricada que le garantizara una victoria fraudulenta.
Hasta que llegaron las sentencias de la Sala Contitucional del TSJ que sirvieron de confesión de esta nueva ruptura del orden constitucional, denuciada así por la comunidad internacional y a lo interno por la Asamblea Nacional y la Fiscalía General de La República, lo que ha generado una auténtica rebelión pacífica y ciudadana por el voto, por la democracia y por la libertad. La lucha hoy es contra una dictadura abierta y confesa que derogó la constitución y viola sistemáticamente los derechos humanos de la población. No hay retorno, debemos conquistar en la calle la democracia como lo hicimos hace 60 años. No hay negociación posible que no sea producto del debate institucional del parlamento donde están representados todos. Nuestras vidas no valen más que las de los que ya cayeron y nuestra libertad no es mejor que la de los que la han perdido ya. Ya no hay nada que perder y todo un país y un futuro que ganar. Elecciones libres, justas y generales. Ese es el verdadero poder constituyente.
Caso cerrado, el dictamen final lo tiene usted.
JOSÉ IGNACIO GUÉDEZ
Secretario General de La Causa R
Twitter: @chatoguedez