El pasado 17 de Abril de 2017 se cumplieron 20 años de esta columna. No tenía nombre en un principio, pero con la regularidad de su aparición y tiempo después, decidimos colocarle el de aquel primer artículo: “Capitalismo Lunar”, y que trataba del asombro que me había causado el desarrollo, la ambición y visión de empresas constructoras japonesas al planificar para ese entonces, desarrollos urbanísticos en la superficie lunar. El fin del siglo nos ofrecía material para la imaginación y la escritura, y esta generosa y centenaria Casa Editorial su espacio.
20 años después, no solo el propio capitalismo y la economía han cambiado, también lo ha hecho el mundo entero, y sin duda alguna Venezuela, aunque en direcciones tristemente distintas. El orbe en su convulsa dinámica, avanzó, y nuestra nación, secuestrada por una autocracia militar, retrocedió. Cualquier intento de resumen cronológico de estas dos décadas escapa al espacio de estas líneas, la paciencia de quienes las leen, y la intención de quien escribe.
Quizá solo basta decir que, entre muchas otras cosas, hemos sido testigos del nacimiento, auge, fracaso, caída y estertores de eso que se ha convenido en llamar “chavismo”, y que tiene que ver sin duda con los vaivenes del populismo, del militarismo, caudillismo, con el espejismo del rentismo petrolero, y con la desintitucionalizaciónprogresiva del Estado venezolano, hasta aterrizar en esta hora aciaga y trágica para la vida nacional, definida por un conflicto político, económico y social inédito en toda nuestra historia republicana.
Escribir es un ejercicio de osadía intelectual, a veces de ficción, por momentos de cotidiana síntesis y descripción de nuestro discurrir, y en no pocas ocasiones una verdadera calistenia de la prosa sedienta de reflexión, análisis, debate o al menos inquietud, como resultados últimos de su lectura.
Opinar desde nuestra circunstancia venezolana, es un acto que levanta las sospechas de un delirio autoritario ocupado en aferrarse a un poder ya esquivo, que hace añicos la Constitución, y celebra la quiebra, miseria y represión que su impronta ha regado por todo el país. Pero opinar es aquí y ahora, un absoluto acto de libertad, deseo de cambio y también de esperanza.
En estos 20 años, una generación nació y creció bajo el dominio de un modelo político que pese a la expectativa que en sus inicios creó, y a la bonanza petrolera que tuvo a su disposición, degeneró en una nefasta amalgama de corrupción, saqueo, militarización y autoritarismo, hasta la pretensión dictatorial que hoy reprime el deseo de cambio en las calles.
Doy gracias a Dios, y reitero mi agradecimiento a El Impulso, a la que considero hoy como mi casa, sin duda hoy un baluarte de la libertad de expresión y un valiente faro informativo de luz y crítica en medio de la penumbra de la censura, autocensura y de medios silenciados por doquier. Y a Uds. pacientes lectores, gracias por su fidelidad.
Listos estamos para los próximos 20.
@alexeiguerra