En Venezuela tenemos una expectativa que puede terminar siendo grave si el Gobierno no termina de darle cauce democrático al conflicto, mediante la formulación más sencilla: el cronograma electoral.
Así lo estima, al ser entrevistado por EL IMPULSO, el Dr. Rafael Simón Jiménez, profesional del Derecho, ex primer vicepresidente de la Asamblea Nacional, historiador, profesor universitario y analista político.
-Después de más de tres semanas de haber tomado la oposición las calles, de haber más de una veintena de muertes en distintas circunstancias y de persistir la represión por parte de la Guardia Nacional y la Policía Nacional Bolivariana, además de la denuncia de la intervención de los paramilitares conocidos como colectivos, ¿a dónde conducirá este conflicto?
-Hacia una situación de violencia estructural de enfrentamiento cotidiano que le cause al país mayores daños de los que ha sufrido durante este tiempo. Por supuesto, la responsabilidad fundamentalísima es del Gobierno. La comunidad nacional al igual que la internacional está exigiendo una solución inmediata a través del cumplimiento de los acuerdos que se formularon en la mesa de negociaciones en octubre y noviembre del año pasado: el calendario electoral, liberar a los presos políticos, el reconocimiento de las potestades y facultades de la Asamblea Nacional y la apertura de un canal humanitario para el alivio de la crisis de hambre y de falta de medicamentos que está viviendo el pueblo venezolano.
-¿Qué otra cosa, aparte de su protesta, tiene que hacer la oposición?
– Creo que la Mesa de la Unidad Democrática está obligada a reformular su estrategia de lucha, para que ésta no tenga un desgaste. Esta no es una lucha que se decida en horas y en días. Esa fue la expectativa con la que comenzaron estas jornadas de protesta hace más de tres semanas. Pero, se ha demostrado que no va a ser así: que el Gobierno está muy débil y está cercado democráticamente.
En primer lugar, el Gobierno cuenta con los mecanismos del Estado; en segundo término, con todos esos mecanismos irregulares de paramilitares que ha ido montando; y en tercer punto, una base de apoyo, aunque disminuida, pero es su base.
-¿No existe la posibilidad de que este Gobierno se derrumbe por la inmensa oposición que tiene?
-Hay pocas expectativas que pase un hecho como el de Fujimori en el Perú, que se fue a la carrera. A la expectativa venezolana le falta maceración. Y desde ese punto de vista, creo que la MUD, sin ser su consejero ni pontífice de nadie, hay tres elementos que debe tomar en cuenta. El primero, buscar la conexión con las necesidades básicas de la gente. Si bien es cierto que la protesta es legítima por toda una serie de reivindicaciones democráticas (libertad de presos políticos, defensa de las funciones de la Asamblea Nacional y derecho al voto), no es menos cierto que el elemento central de la crisis venezolana es el económico. En una palabra: hambre, miseria, pobreza. Son millones de venezolanos que están comiendo de la basura o una vez al día. Es la gente que se está muriendo a las puertas de los hospitales o de las farmacias porque no hay medicamentos.
En este sentido, el Dr. Jiménez dice que la MUD tiene que colocarse en sintonía con esa gente, precisamente para ser el interlocutor de ellos y sobre todo para que se incorporen a esa lucha. Este Gobierno tiene, en términos de descontento, el 80 por ciento del país, que eso es el resultado que arrojaría unas elecciones. Pero, no es verdad que ese 80 por ciento se esté movilizando. Si ese porcentaje estuviera en la calle, el Gobierno habría caído hace mucho tiempo o hubiera tenido que ceder a todas las exigencias. Le falta a la MUD más conexión con los problemas específicos de la gente.
En segundo lugar, hace falta ampliar la unidad. Incluso, incorporar a muchos sectores disidentes del chavismo que tienen una posición crítica y que pueden compartir un programa de transición democrática.
Y en tercer lugar, transmitirle un mensaje a la Fuerza Armada, que no tiene por qué ser conspirativo, de ninguna cosa oculta. Simplemente, tiene que reiterar los deberes constitucionales de la Fuerza Armada y, además, su origen popular. La inmensa mayoría de los miembros de la institución provienen de los sectores más pobres de la sociedad. Son personas sometidas a las mismas privaciones y situación de calamidad que sufrimos la mayoría de los venezolanos. Y la respuesta frente a ellos no puede ser la descalificación a los componentes de la Fuerza Armada, ni amenazarlos con el Tribunal de Roma, ni con medidas punitivas.