A pesar de que el objetivo del Gran Plantón Nacional era que la ciudadanía se “plantará” de forma pacífica en las principales vías de la ciudad, para imposibilitar el tránsito, algunos grupos hicieron caso omiso a este llamado.
Desde horas de la madrugada, un piquete de la Guardia Nacional se encontraba en la avenida Ribereña a la altura del Puente Macuto, para evitar que los miembros de las comunidades aledañas cerraran el acceso vehicular en la importante y fluida vía.
Alrededor de las 7:30 de la mañana los habitantes de la zona bajaron hacia el puente para cumplir con el cierre que tenían programado, sin embargo, los funcionarios allí presenten se escudaron y comenzaron a lanzar perdigones para dispersar a los manifestantes.
Los ciudadanos de Macuto se defendieron. Crearon una barrera de escudos hechos con latas de zinc y otros materiales, para resguardar a los que se encontraban más cerca; mientras desde el borde de la montaña les lanzaban a los funcionarios piedras, cohetes y bombas molotov.
Por más de cuatro horas se mantuvo la batalla campal entre los guardias y los miembros de la comunidad.
Alrededor de las 10:00 de la mañana los funcionarios pidieron refuerzos porque comenzaron a quedarse sin municiones, una parte de sus equipos se quemaron y al menos tres funcionarios resultaron heridos por los golpes y presuntamente uno a causa de un arma de fuego que portaban los llamados guarimberos.
“Ellos tienen hambre, nosotros también, pero esta la forma de hacer las cosas. Nosotros solo impedimos que cierren las vías”, expresó un guardia cuyo nombre no pudo decir por miedo a represalias.
A medida que pasaba la mañana se intensificó el enfrentamiento. De ambos lados incrementaron sus fuerzas, aunque al parecer los guardias no contaban con suficientes bombas lacrimógenas para dispersar a los manifestantes. Aunque no cesaban de dispararles perdigones a quienes intentaban ocupar el puente y a los que se encontraban atacándolos desde las colinas.
Se presume que en horas del mediodía una bomba molotov quemo un vehículo que se encontraba en la zona.
Quienes necesitaban cruzar el puente para retornar a sus viviendas no tenían por donde pasar. Una cola de personas estaba en la avenida Ribereña solo esperando que cesara la pelea. Algunos decidieron cruzar el río Turbio y subir por las montañas para evitar la espera.
La mayoría de los ciudadanos del sector tuvieron que suspender sus actividades por completo y resguardarse en sus hogares.
En algún momento, la guardia parecía que perdía el control, pues los ataques de las molotov, la falta de municiones, más su agotamiento físico, sumado a la fuerza y adrenalina que tenían sus contrincantes, les dificultó por completo su objetivo y tuvieron que retroceder en una que otra ocasión. Sin embargo, alrededor de la 1:00 de la tarde, con sus perdigones lograron que los manifestantes se retiraran del puente y empezaron a despejar de la vía todos los desperdicios que allí se encontraban.