La ciudad bolivarense es recia como su gente laboriosa. Jamás se anda con tapujos a la hora de enfrentar sus dificultades, desde su nacimiento mostró arrestos de una combatividad que viaja en los cromosomas de su gente. Es la misma valentía que mostró el 11 de abril de de 1817 en la Mesa de Chirica, en la batalla que lleva el nombre de la ciudad; y que comandó el General en Jefe Manuel Carlos Piar, el único militar nombrado por sus compañeros de armas con este rango, y ratificado por El Libertador Simón Bolívar posteriormente. Esta batalla garantizó la liberación de toda Guayana del imperio español sentando las bases de los principios independentistas que plasmó al firmar el acta de Chacachacare junto al patriota Santiago Mariño. Esa esencia de encendida vocación por los principios de libertad se hizo eco nuevamente. Hace apenas unos días el mundo se enteró del enorme rechazo que generó la presencia del presidente de la República Nicolás Maduro, en sus predios, llegaron con una gran parafernalia militar. Trajeron su multitud en cómodos autobuses desde diferentes puntos del estado y de los vecinos Monagas y Anzoátegui. Con esmero prepararon cada detalle para trasmitir en cadena nacional: el baño de masas del primer mandatario nacional, como parte de la estrategia de mostrar una nación en calma. Sin embargo no contaban que efectivamente el baño de las masas ocurriría: pero envueltas en formas de huevo que volaron hasta el fino traje presidencial en protesta por su presencia en el lugar, se multiplicaron los gritos ensordecedores de rechazo mientras corrían para guarecerse de la lluvia de huevos que cayeron de muchas partes. El pueblo los hizo salir en volandas mientras la confusión reinaba. La gente de San Félix rodeó toda la caravana presidencial para impedirle que huyera en un helicóptero enviado para auxiliarlo; ante la avalancha popular que le gritaba en forma valiente. No se amilanaron ante las amenazas y retaliaciones inmediatas que sufrió la población cuando los cuerpos represivos del estado invadieron las propiedades aledañas en donde estaba un presidente con su séquito temblando del susto, quizás implorándole a San Félix que apaciguara los ímpetus de una población cansada de abusos.
Paralelamente Venezuela se transformó en una espontánea protesta general. En Caracas los sectores populares volvieron arreciar su lucha democrática mientras los represores conjuntamente con los vándalos motorizados, con licencia para matar, causaban destrozos y robos por doquier. Igual ocurrió en nuestras principales ciudades y hasta en los pequeños pueblos; en donde la protesta auspicia un cambio de modelo que está a las puertas de germinar. La quema de Judas tuvo como protagonista a Nicolás Maduro, en infinidad de sitios en Venezuela las manos del pueblo elaboraron sus muñecos con el rostro del rollizo primer mandatario nacional. Igual ocurrió con la protesta general de una nación que se levanta. Casi todas tuvieron envidia sana por San Félix, tener al responsable de su desgracia en su tierra, hacerse saber su rechazo en forma de huevo volador es algo para disfrutar. Verlo huir ante la repulsa general es algo que no tiene precio…