Transcurrió la Semana Santa y una vez más el mundo católico se hizo sentir en el planeta tierra, en algunos casos desafiando las condiciones del tiempo, para hacerse presente en todos y cada uno de los rituales religiosos de la Semana Mayor.
Como es tradicional, el pueblo se volcó a buscar su palma bendita el Domingo de Ramos, para celebrar la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, comenzando así a reeditar la vida, pasión y muerte de nuestro señor Jesucristo, dando inicio a la conmemoración del Triduo Pascual.
El día jueves se celebró la misa crismal y el lavatorio de los pies, emulando lo ocurrido entonces con los 12 apóstoles, igualmente la bendición de las aguas y el incienso, continuando el viernes con la visita a los 7 templos, la procesión del santo sepulcro y la evocación de las siete palabras; de esta manera avanzamos al Sábado de Gloria y al tan anhelado Domingo de Resurrección y subida al cielo de nuestro señor.
Una vez más nuestros clericós mostraron su preparación y conocimiento teológico, para trasmitir a la feligresía todo lo relativo a lo ocurrido durante la Semana Mayor, adicionando a sus predicas mensajes con un gran contenido pedagógico, tal como lo hiciera su excelencia el Cardenal José Urosa Savino, en la homilía celebrada en la iglesia Catedral de Caracas, desmontando con ello los sacrílegos comentarios, que buscan endilgarle calificativos de supuestas posturas políticas a nuestro señor, a conveniencia propia y soportando las tropelías de los colectivos de la revolución.
Además, es bien sabida su fortaleza espiritual, formación teológica, vocación carismática y mejor disposición a las actividades de carácter social, en pro de los más necesitados; no en balde son muchos los clericós católicos que hoy día han sido canonizados.
Por otra parte, y a pesar del mal tiempo reinante, hubo una importante presencia de feligreses en los templos, demostrando como la religión católica sigue siendo la de mayor poder de convocatoria y la que mejor interpreta la historia, tradición y hechos que dieron lugar a la mítica y venerada figura de nuestro Señor Jesucristo y a la Virgen María en sus diferentes advocaciones.
Otra circunstancia doblegada por la arraigada fe cristiana tiene que ver con la “manida” intención de algunos grupos políticos “comunistas”, al pretender vincular la imagen de nuestro Señor con la de algunos líderes “mesiánicos”, ignorando que ningún gobernante se puede comparar a Jesucristo y además, obviando aquella perversa arenga del ideólogo Carlos Marx: “ las religiones son el opio de los pueblos”, por lo cual no se puede ser “comunista” y “cristiano” a la vez.
Finalmente, durante todos estos años, han proliferado una gran cantidad de Iglesias “cristianas-evangélicas” que agrupan un buen número de seguidores, pero que no han logrado hacer mella en la feligresía “católica”, ni en su veneración a las sagradas imágenes que conforman su liturgia y su eucaristía, confirmando que definitivamente, la doctrina y legado de nuestro Señor Jesucristo seguirá guiando nuestras acciones y manera de ser, pensar y actuar; que Dios nos bendiga por siempre. Valor y Pa´lante.