(La generación de 2017)
En abril de 1928, en medio de la cruel sumisión a la cual la dictadura de Juan Vicente Gómez postró al país, un grupo de jóvenes conocidos como la generación del 28 protagonizaron un movimiento de carácter académico y estudiantil durante la celebración de la Semana del Estudiante en Caracas, organizando una serie de actividades que tuvo como epicentro la Universidad Central de Venezuela.
Comenzó con un desfile que partió de la UCV hasta el Panteón Nacional en homenaje a los próceres de la Independencia. Lo continuó la coronación de Beatriz Peña Arreaza (Beatriz I) en el teatro Municipal de Caracas como reina de los estudiantes. Seguidamente se ofreció un recital de poesía en el teatro Rivoli, para concluir con una concentración en el céntrico barrio La Pastora.
Durante la coronación de la reina el poeta tocuyano José Pío Tamayo, que sin ser estudiante se encontraba estrechado a la lucha política que estos emprendían, leyó el poema Homenaje y demanda del indio el cual fue considerado subversivo y por lo cual sería apresado y llevado al cuartel de El Cuño. Luego sería trasladado al llamado Castillo Libertador de Puerto Cabello del cual sería excarcelado en diciembre de 1934, entregado a sus familiares (gravemente enfermo de tuberculosis), quienes lo condujeron a Barquisimeto donde 10 meses después habría de morir. Peor suerte corrió su coterráneo, el poeta Edilio Lozada, quien sin haber participado en estas actividades purgó cárcel en la misma prisión porteña, pero agangrenados sus pies por los grillos que arrastraba, moribundo fue arrojado a la mar.
Estas actividades de protestas y discursos políticos portadores de ideas libertarias llevaron a centenares de estudiantes a purgar cárcel en La Rotunda, El Cuño, el castillo de Puerto Cabello y aquí en nuestra ciudad en la desaparecida prisión de Las Tres Torres.
En octubre de 1928, un grupo de estudiantes dirige una comunicación a Juan Vicente Gómez donde le solicitan reconsidere la severa medida, obteniendo por respuesta el encarcelamiento de más de 200 estudiantes que son conducidos a las colonias de Araira donde se construía un tramo carretero y sometidos a vejaciones y trabajos forzados.
En este movimiento participaron Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba, Andrés Eloy Blanco, Raúl Leoni, Miguel Otero Silva, Juan Bautista Fuenmayor, Germán Suárez Flamerich, Miguel Acosta Saignes, Kotepa Delgado, Rodolfo Quintero y tantos otros. De este temblor de masas surgieron los líderes que comenzaron a organizar las agrupaciones políticas que impulsaron la lucha contra el tiránico gobierno de Gómez. Siete años pasarían entre la simbólica protesta estudiantil y la muerte del déspota.
Durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, se aprobó una nueva Constitución Nacional que cambió el nombre de Estados Unidos de Venezuela a República de Venezuela y contó con el apoyo irrestricto del gobierno de los Estados Unidos en su lucha contra la expansión del comunismo, más por el entramado que representa nuestro país en la distribución petrolera. Los empleados públicos marchaban al unísono en los festejos patrios que exaltaban el papel de los libertadores y las realizaciones gubernamentales. Luego de derrocada su dictadura resultó electo como senador al extinto Congreso de la República y un partido que lo respaldaba, contaría con varios diputados en el mismo.
En su derrocamiento actuaron grupos civiles y militares que conformaron una Junta de Gobierno, pero los estudiantes, liceístas y universitarios, desempeñaron un papel fundamental en la lucha de calle que se mantuvo firme y pagó caro. En Barquisimeto, el liceo Lisandro Alvarado fue referente en la lucha contra la dictadura perejimenista. En una ocasión los estudiantes se enfrentaron a bandas armadas obreras progubernamentales que dejaron jóvenes parapléjicos e infinidad de tiroteados.
Al final fue una mala noche, afincada en la Seguridad Nacional, el órgano represor que bajo la batuta de Pedro Estrada o Teófilo Velasco, por nombrar algunos de sus directores articularon la represión contra la población, asesinaron, desaparecieron, expatriaron y encarcelaron a dirigentes políticos, obreros y sospechosos. La impunidad y el servilismo caracterizaron ambos regímenes.
La noche oscura que vivimos, inédita en América Latina, tiene en el coraje y la gallardía de sus estudiantes una bandera que articula una desigual lucha contra la maldad y el nepotismo entronizado. Fuerzas militares, policiales y parapoliciales actúan en conjunción para impedir elecciones libres, consagradas en una nueva Constitución Nacional que también le cambió el nombre a la nación, utilizando una vez más, apologías de nuestros libertadores.
Nuevamente la juventud estudiantil juega un papel protagónico en la calle, en sus centros de estudios, a través de redes sociales que imperan ante la apabullante censura ejercida sobre los medios de comunicación tradicionales. Hoy la juventud se enfrenta a “ballenas”, GNB, PNB, que mancillan el nombre e ideal bolivariano, francotiradores, infiltrados y camarillas parapoliciales llamadas colectivos que actúan en conjunción con fuerzas represivas con absoluta impunidad. Sumado a la escasez de alimentos y medicinas, a la parálisis y expropiación de todo el sistema de producción de alimentos y bienes esenciales. La juventud hizo de la calle y centros de estudio, su campo de batalla.
No resulta casualidad que el Día de la Juventud en Venezuela se celebra en recuerdo a la gesta heroica de un grupo de jóvenes universitarios al mando de José Félix Ribas en la Batalla de La Victoria, el 12 de febrero de 1814, derrotaron a las fuerzas realistas comandadas por el sanguinario José Tomás Boves.
Los estudiantes y la juventud rebelde siempre han combatido las tiranías y las han vencido a lo largo de la historia. No queda más que auparla, vencer otra noche oscura y cimentar nuestro destino de nación libre y libertaria.
