Inimaginable. Hay tantos billetes de cien bolívares, que si se pudiera hacer una hilera, colocando uno al lado del otro, cubrirían una distancia tan enorme como la de dos viajes y medio a la Luna.
Así lo describe el Dr. Orlando Zamora, analista financiero y ex jefe de la División de Riesgos Cambiarios del Banco Central de Venezuela.
La abundancia de esa denominación monetaria es el resultado de imprimir dinero durante algo más de ocho años, una vez que comenzó a malbaratarse los dóla-res provenientes de la venta del petróleo y PDVSA quedó en una situación muy comprometida, explicó al ser entrevistado por EL IMPULSO.
Emergió como una alternativa la emisión de dinero inorgánico, indicó. En ese momento el dinero impreso de cien bolívares era del 6 por ciento de toda la masa monetaria venezolana. Se desarrolló una impresión desenfrenada durante más de ocho años y llegamos al momento en que había 6.134 millones de esos billetes, que representaban 680 mil millones de bolívares.
La inflación se desbordó y prácticamente aniquiló el poder de adquisición de ese billete de 100 bolívares.
El Gobierno persistió en no tomar medidas y la impresión de esa denominación fue una política descabellada. Y cuando el Ejecutivo Nacional se encontró en un callejón sin salida, optó por cambiar el cono monetario.
La política irresponsable que se ensayó en diciembre del año pasado, sugerida por Alfredo Serrano Mancilla, a quien el Presidente Nicolás Maduro ha llamado el Cristo de la economía, llevó al Gobierno a ordenar recoger toda la enorme montaña de 100 bolívares, porque supuestamente en tres semanas no quedaría ni un solo de esos billetes en circulación.
Pero, como sabemos, el anuncio del reemplazo del que se consideraba un billete moribundo no pudo hacerse como esperaba el famoso Cristo de la economía y Maduro.
No se puede olvidar la conmoción que se vivió esos días decembrinos cuando la gente hasta llevó cajas y sacos de billetes de 100 bolívares a los bancos y en ninguna parte querían recibir al que fue una vez conocido como el “marrón”.
Lo más increíble es que el Banco Central de Venezuela no había sido informado de que la decisión de retirar el billete iba a ser tan violenta.
La idea que tenía el Gobierno era arrinconar al dólar paralelo, que es el otro fenómeno que no tiene ningún control, ni posibilidades, porque el Ejecutivo Nacional no tiene una política cambiaria clara, porque tampoco genera confianza y no ha creado las condiciones mínimas.
Serrano Mancilla propone retirar de forma violenta el billete de 100 bolívares, combatir lo que él llamaba la “agresión externa” proveniente de Colombia y sin tomar en cuenta la gigantesca masa de billetes de esa denominación.
Es por eso, ejemplifica el Dr. Zamora, que si se hace una hilera de billetes de 100 se puede cubrir una distancia de 2 veces y media de aquí a la Luna, porque solamente con 250 mil millones de bolívares cubre la distancia de ida; pero, resulta que existen 680 mil millones de esa denominación. El cálculo se basa en la longitud del billete: 15 centímetros y que de aquí a la Luna hay 384.400 kilómetros.
Ya han transcurrido seis prórrogas y no se ha podido retirar ese billete, que se niega a ser desalojado. En los bancos sigue siendo fuerte la presencia de ese billete.
Ahora comienzan a verse billetes nuevos, pero en pocas cantidades. El Gobierno está mintiendo mucho. Dice que el viernes 21 de esta semana llegó un nuevo cargamento, que sería el número 13. El monto informado era de 42 mil millones de bolívares, que sumado a los otros anteriores se llegaría a 442 mil millones. Eso no es verdad. Porque si lo fuera se estaría cubriendo el 70 por ciento de la masa de billetes de 100 y los bancos tuvieran capacidad de pago.
Creo, dice el Dr. Zamora, que el problema es mucho más complejo. El Gobierno trató de contener los medios de pago. Esto es una especie de “corralito”, pero no el del secuestro del billete sino el que impide que la persona pueda pagar libremente. Si hay que pagar una cantidad muy grande, el sistema computarizado no funciona. Se está obstruyendo el pago en billetes al igual que el pago digitalizado.