Esta vez no hubo milagro. Hubo «catenaccio».
Con otra demostración de fútbol defensivo y temple, la Juventus empató el miércoles sin goles en cancha del Barcelona y selló su boleto a las semifinales de la Liga de Campeones por global de 3-0 en la eliminatoria de cuartos de final, vengando la final pérdida dos años atrás ante los azulgranas y dando un paso más en su afán por reconquistar el trono europeo.
Dando muestras de su poderío y reforzando su candidatura, el actual campeón de Italia rentabilizó la victoria por 3-0 del partido de ida en Turín y eliminó al Barsa, que se despidió prematuramente de la Champions apenas una ronda después de haber protagonizado la mayor remontada de la historia de la competición, cuando le endosó un 6-1 al Paris Saint-Germain y volteó el 4-0 en contra de la ida.
Esta vez no hubo otra reacción épica por parte del equipo de Lionel Messi, Luis Suárez y Neymar, y fue la Juventus la que validó su renovado proyecto, desde que perdiera la final de 2015 contra el cuadro catalán por 3-1.
El técnico local, Luis Enrique, había recomendado en la previa a la afición que no abandonara el estadio al minuto 80, como hicieron algunos antes de que el equipo culminara la gesta contra el PSG.
Y muchos aguantaron. Pero ni cayó un gol en el primer minuto como entonces, ni tampoco en el último, pues los «bianconeri» pusieron el cerrojo al más puro estilo del «catenaccio» italiano, conservando su arco invicto por octava vez en el actual torneo, en que solo han permitido dos tantos en contra.
Campeona continental por última vez en 1996, la Juventus optó por un planteamiento práctico y sereno, con la lucidez que requirió el día anterior su timonel, Massimiliano Allegri, y el mismo once que arrancó el cotejo de ida.
Obligado a arriesgar, el Barsa alineó sin embargo una defensa de cuatro hombres, esperanzado en que el retorno del mediocampista Sergio Busquets le aportara el aplomo que tanto echó de menos en Turín.
Pero el conjunto de Luis Enrique, excesivamente revolucionado, se topó una y otra vez con el organizado entramado defensivo visitante, que repelió cualquier intento frontal, maniató a Suárez, y controló con disciplinados relevos los arranques de pundonor de Messi, quien gozó de la mejor ocasión de la primera parte con un disparo desviado desde el corazón del área, tras dejada del uruguayo.
La Juventus miraba como el Barsa movía el balón de lado a lado, buscando principalmente la espalda del lateral Dani Alves, y oteaba de tanto en tanto el reloj, aliado de la «Vecchia Signora» en el Camp Nou.
El argentino Paulo Dybala, línea de conexión con su compatriota Gonzalo Higuaín, buscaba socios en banda, pero el colombiano Juan Cuadrado apenas progresó por el carril derecho, y fue Miralem Pjanic quien alimentó a Higuaín con un sutil pase al filo del descanso, que el goleador remató al cuerpo de Marc-André ter Stegen.
Los «bianconeri», contentos con el marcador, alargaron el plan en el segundo periodo, que iniciaron con una excelente oportunidad al contragolpe de Cuadrado, aunque el antioqueño cruzó en exceso el derechazo, tras apertura de Higuaín.
Messi buscó el zurdazo central en asociación con Neymar, pero mandó el balón por encima del travesaño, y Cuadrado insistió con un latigazo al poste corto, que repelió el arquero.
Con el paso de los minutos creció la ansiedad del Barsa, cada vez más dependiente de su tridente ofensivo y la rebeldía de Neymar y Messi, que se acercó al gol con un disparo enroscado, fuera por poco, y un tiro libre directo, ligeramente alto.
La precipitación local conllevó falta de precisión en el tiro, y Luis Enrique dio entrada a Paco Alcácer en busca de mayor pólvora, una detonación que abriera brecha en campo rival.
Pero, con una zaga bregada en mil batallas y un arquero de leyenda que apenas debió intervenir, la Juventus resistió, minando progresivamente la moral del cinco veces monarca europeo.
El único error de Gianluigi Buffon, precipitado en una salida aérea, resultó en un remate franco de Messi, pero el rosarino reincidió en su mala puntería, y una posterior rosca de Sergi Roberto tampoco encontró el arco.
El Barsa acabó roto, con el central Gerard Piqué ejerciendo de desesperado ariete, y dobló la rodilla ante una Juventus más que digna, robustecida tras la desilusión de su última final perdida, y firme candidata a levantar la copa en 2017.