Para la mayoría de los medios de comunicación pasa desapercibida la insistencia del Presidente Maduro que la Venezuela Rentista Petrolera llegó a su fin. Varias veces, como veremos, se han lanzado admoniciones de este tipo.
Decirlo en estos momentos llama la atención porque abandona el discurso de la Potencia Energética Mundial y porque declara que un negocio que reporta 300% de ganancias en el peor de los casos,resulta inviable.
Pero, además, es increíble que el Primer Magistrado se atreva acontradecir el Plan de la Patria, que teníamos entendido, era ley irrevocable.
Sus palabras más recientes en ese sentido fueron estas: «Estamos saliendo del último año del viejo modelo rentista petrolero. Se acabó. Se acabó el rentismo petrolero. Ha empezado una nueva era económica y la Expo Venezuela Potencia demuestra que la era económica que viene es infinitamente superior en todos los aspecto a lo que hemos vivido en 100 años de dependencia petrolera, riqueza que aún tenemos, pero de la cual no podemos seguir dependiendo más nunca. Se acabó».
Veamos el recorrido histórico de las percepciones acerca de las perspectivas del negocio petrolero, todas ellas vanas.
En el año 1936 Uslar Pietri hizo un llamado urgente a sembrar el petróleo, “usar la riqueza efímera para impulsar la agricultura y la industria [fuentes permanentes de riqueza, en manos del sector privado]”, antes de que se agotara; se creía que los pozos estarían secos en 5 o 7 años. No ocurrió así. Tiempo después, a mediados de la década de los setenta, estudios geológicos competentes prendieron las alarmas: queda petróleo para unos 25 años (PDVSA, 2003), es “la última oportunidad”. Para no perderla, se implantó un ambicioso programa de estatización, la Gran Venezuelade Carlos Andrés Pérez, en la que se promocionan las empresas del Estado, para que, llegada la hora cero, la Nación dispusiera de una base de ingresos propia y duradera. Pronóstico que también resultó errado.
La percepción de agotamiento inminente se desvanece a mediados de los noventa cuando la FPO, inactiva desde su descubrimiento en 1925, entra por la puerta grande en los planes de desarrollo al conferírsele viabilidad económica y tecnológica. Al finalizar el primer lustro del siglo XXI, el optimismo rebasa cualquier umbral: “la Faja contiene la mayor acumulación de petróleo recuperable en el mundo”, “a la tasa actual de extracción, Venezuela tendría petróleo para 300 años” (PDVSA, 2005), “la era de los precios bajos llegó a su fin”, indicó por su parte el Fondo Monetario Internacional.
Es en estas circunstancias que se lanza la narrativa de Venezuela, Potencia Energética Mundial en 2005. No sólo teníamos las más grandes reservas del planeta y los precios iban a batir todos los records previos, íbamos a duplicar la producción. En 2012, según el Plan Siembra Petrolera, estaríamos produciendo 6 millones de barriles diarios y en el 2025 volveríamos a duplicarla, alcanzaríamos la envidiable cifra de 12 millones de barriles/día, ubicándonos en el primer puesto en el ranking mundial de productores por encima de Arabia Saudita y Rusia.
Sobra decir que nada de lo que íbamos a hacer se hizo. Lejos de duplicarse la producción, en los últimos 9 años se han dejado de producir 800.000 barriles diarios. Las ganancias por barril extraído llegaron a ser de 900% en 2013. Y para colmo de males, la República y PDVSA quintuplicaron su deuda en la última década. Desde agosto 2014 los precios descendieron y parecen estabilizarse alrededor de US$40 por barril. Sigue siendo un negocio espectacular con ganancias de 300%, según reporte de costo por barril de PDVSA, US$10. La situación ha cambiado porque ahora la mayor parte de barriles producidoshan de destinarse al pago de la enorme deuda externa irresponsablemente contraída en dólares en épocas de bonanza y en entregar cerca de 600.000 barrilesdiarios en físico, para honrar los compromisos con el Fondo Chino.
Total, no es que entramos en la Venezuela Post-petrolera, el negocio sigue siendo rentable, y bastante. El asunto es que hay que reorientar el rumbo, convertir el negocio petrolero en una actividad productiva. La narrativa de Potencia Energética, por ahora, es un discurso esencialista, en el sentido que no tiene fundamento en el hacer, en el trabajo laborioso, sino en el ser, porque la naturalezaasí lo quiso. Del mismo tenor que otros espejismos alabanciosos, “tenemos el salto de agua más grande del mundo, las mujeres más bellas, los diamantes más apetecidos”.
