¿Alguna vez te has puesto a pensar por qué haces las cosas de cierta manera? Hoy cuando te despertaste ¿qué fue lo primero que hiciste?, ¿fuiste a cepillarte los dientes o tomaste un vaso de agua? seguro si lo piensas bien, son cosas que sueles hacer todos los días. Estas pequeñas decisiones son acciones, que hemos forjado a través del tiempo dentro de nuestra vida cotidiana
Estamos acostumbrados a ver las decisiones como una elección entre varias opciones, la forma en que resolvemos los problemas día a día, sin saber que muchas de estas “decisiones” son hábitos que hemos inculcado en nuestras vidas, hábitos que nos han infundido nuestros padres, nuestra cultura o la sociedad en la que vivimos. Esto sucede porque el cerebro siempre está buscando la forma de guardar energía y trabajar menos, creando rutinas que nos permiten ahorrar tiempo para invertirlo en tareas más importantes.
Gracias a esto podemos por ejemplo caminar o correr, mientras pensamos en lo que tenemos pendiente para el trabajo. Si nuestro cerebro no fuera capaz de hacer esto, se cerraría abrumado por las pequeñeces de la vida cotidiana. Tomando en cuenta que, al dejar que el cerebro utilice sus mecanismos, él intentaría convertir toda nuestra rutina diaria en un hábito, permitiéndose descansar más a menudo. Esta función de ahorrar energía es una ventaja pero también puede convertirse en un gran problema para nosotros.
El ciclo del hábito
Antes de consolidar un hábito, nuestro cerebro cumple este ciclo de tres pasos.
- La señal: Una orden que le indica que puede poner el piloto automático
- La rutina: Es una acción física, mental, o emocional
- La recompensa: Indica a nuestro cerebro que si vale la pena recordar el ciclo
Con el tiempo este proceso se va haciendo más y más automático, uniendo la señal a la recompensa, hasta que creamos un sentimiento muy importante que es el “deseo” de realizar este ciclo, como resultado formamos un hábito. Siguiendo estos pasos puedes lograr crear un hábito positivo como hacer ejercicio, comer más sano o simplemente rendir mejor en el trabajo. Sin embargo, los hábitos no se convierten en nuestro destino, podemos ignorarlos, sustituirlos o cambiarlos.
Nuestros malos hábitos
Pero así como somos capaces de desarrollar buenos hábitos, también solemos desarrollar malos hábitos y nuestro problema radica en que el cerebro no sabe diferenciar entre los buenos y los malos. Además, al crear estos ciclos, deja de participar en la toma de decisiones, no trabaja tanto, y no desvía su atención a lo que él considera tareas pequeñas. Cuando decimos “malos hábitos” nos referimos a aquellos que hemos inculcado en nuestra rutina que nos impiden llevar una vida más sana y productiva.
Pero no te preocupes, puedes evitar la reproducción automática de un hábito, solo debes reconocerlo. El simple hecho tener conocimiento del ciclo de “señal, rutina, recompensa”, te ayudará a saber que te lleva a actuar y podrás modificarlo, convirtiéndolo en un hábito productivo para tu vida.
Creando buenos hábitos
Si haces uso de la misma señal y la misma recompensa, al final podrás cambiar la rutina y como resultado, cambiar el hábito. ¿Cómo? Por ejemplo, puedes cambiar tu hábito de quedarte viendo televisión y comiendo tu chocolate favorito luego de un día trabajo, en cambio crear la rutina de salir a correr o hacer un poco de ejercicio, usando la misma señal de cansancio o aburrimiento y la misma recompensa, que sería el trozo de chocolate. En un punto este ciclo se volverá tan automático que no tendrías ni siquiera que pensarlo.
También debes tomar en cuenta un elemento importante para cambiar los malos hábitos, la fuerza de voluntad, que permite que aprendamos o modifiquemos nuestros hábitos. La fuerza de voluntad una habilidad que se puede aprender y desarrollar internamente y te impulsara a hacer la rutina incluso los días que no creas ser capaz de cumplirla.
Algunos tips para crear cualquier hábito que desees
- Haz un plan: Cada hábito se compone por un grupo de elementos como el tiempo, lugar, música, compañía. Por eso primero debes pensar que elemento activa tu mal hábito
- Sé constante: Debes crear una rutina para que tu cuerpo y mente asocien ese momento con la recompensa y el ciclo del hábito que quieres aplicar.
- Recompénsate inmediatamente: Al terminar el ciclo, dedica un tiempo a hacer algo que disfrutes realmente
- Construye tu propio sistema de apoyo: Usa tu fuerza de voluntad para cumplir tu ciclo hasta convertirlo en rutina.
