El primer nadador guaro en acudir a unos Juegos Olímpicos (Beijing 2008), eso distinguirá a Jonathan Camacho en la historia del deporte larense. Con paradoja inició el camino a las olimpiadas a sus cinco años de edad, cuando pasó el “susto de la vida” al casi ahogarse en un río en tierras llaneras.
A partir de allí, la natación se volvió un requisito familiar, para preservar la vida más que por competir, pero que descubrió y dio paso al talento del barquisimetano, el cuarto de cinco hermanos, y el único que construyó una exitosa carrera dentro de las piletas.
Emotivo, inquieto, con mirada fija sobre las piscinas del Máximo Viloria, donde dio sus primeras brazadas, se deja invadir por sus mejores recuerdos que, precisamente, tienen como cúspide Beijing 2008, pero de forma regresiva atraviesa sus cinco participaciones en campeonatos centroamericanos y del Caribe, cuatro suramericanos de mayores, dos olimpiadas cubanas del deporte, seis juegos nacionales y hasta el récord en el estado en los 50 metros libres (22,83 segundos) hace una década y con la cual reservó un carril en las piscinas de Pekín.
Con tono más resquebrajado Camacho no es mezquino en darle el crédito del logro olímpico a sus entrenadores, quienes todavía lo acompañan cada vez que entra a las piscinas del Máximo Viloria, Juan Bonilla y “el de siempre” Luis Roballo, quien con pocas palabras describe a Jonathan como “un atleta que aprovechó ser uno de los velocistas más rápidos del país para estampar su nombre en unos juegos olímpicos”, dice con firmeza el experimentado “maestro” de la natación, como así lo llama quien fuera su gran pupilo hace 10 años.
“Cuando tenía cinco años comencé a buscar el contacto con el agua, en esa ocasión, imprudente, inquieto, lleno de curiosidad, pagué mi inocencia, casi me ahogo en el río. No sucedió gracias a mi tía, quien me rescató, por fortuna no arruiné el compartir familiar.
Ese susto fue lo que me llevó a las piscinas, por decisión de mis padres, y con las primeras zambullidas me apasioné por ese deporte. Ahora, aunque tengo la etiqueta de ser un nadador olímpico, respeto mucho el agua y ya no soy tan imprudente”, dice entre risas un expresivo Camacho, quien también acumula varios cruces del río Orinoco y Caroní, que todo nadador, sin importar su especialidad, quiere cumplir antes del retiro.
Por el carril en solitario
Camacho, tras casi 10 años de haber tenido su momento de gloria, hoy le da más valor a una meta personal que llegó tras mucho empeño, junto a su entrenador, a pesar de no contar con apoyo oficial durante los momentos clave cuando buscada hacer la marca olímpica.
“Un nadador siempre logra sus metas con mucho esfuerzo, nunca tuve el apoyo esperado, no contaban con que yo podía ir a unos Olímpicos y en el país la ayuda llega sólo si primero te cuelgas una medalla fuera, antes no lo hacen, hoy comprendo que premié mi esfuerzo, el de mi familia y mi entrenador al montarme en el taco y nadar los 50 metros libres, mi prueba favorita, en una cita a la que sólo acuden 10 mil atletas de todo el mundo, es algo que he asimilado con el paso de los años y que todavía me mantiene dentro de las piscinas”, agrega.
El aún velocista cuestiona la falta de apoyo gubernamental que siempre han sentido los nadadores, algunos han corrido la suerte de prepararse en el extranjero, con becas universitarias, a otros, como en su caso, le ha tocado labrar su camino a puro pulmón y corazón, haciendo “maromas” para obtener los recursos y hacer una preparación ajustada al nivel de competencia.
“A mi me tocó prepararme para buscar la marca olímpica en estas mismas piscinas (Máximo Viloria), a veces tuve que nadar en clubes privados porque esta estaba dañada, me las ingeniaba para no perder condiciones, así como me sucedió, también le ha ocurrido y le sigue pasando a muchos atletas, a veces obtenemos los logros más por la pasión que le tenemos al deporte, que por contar con las condiciones y herramientas adecuadas”, fustiga el olímpico.
El camino que marcó Camacho en Beijing luego lo replicó otro gran nadado guaro, Marcos Lavado, al acudir a los Juegos en Londres 2012, evento al que Jonathan tuvo la opción de asistir, pero una afección respiratoria le cortó una carrera que estaba en su apogeo, a los 25 años de edad.
“Así como tuve momentos positivos, también ocurrieron negativos, uno fue cuando me atacó una alergia respiratoria que me impidió prepararme para conseguir la marca para Londres, fue un problema de salud que marcó mi vida y me dio tres años difíciles, sin embargo, agradezco que haya sucedido eso, porque me hizo asentar cabeza sobre lo que en realidad quería en la natación”, comenta Camacho, quien en el ciclo olímpico pasado se quedó a tres centésimas de hacer la marca para anotarse en Río 2016.
Transmitir la experiencia
El barquisimetano, aunque sigue dando brazadas con cierta periodicidad en una maltrecha piscina del Máximo Viloria y aún no piensa en el retiro, se enfoca en transmitir parte de sus conocimientos a la nueva camada de velocistas que se forman en el estado y comparte su tiempo en labores de abogacía, título que obtuvo en 2014, luego de haber interrumpido sus estudios en varias ocasiones en busca de sus metas dentro de las piscinas.
“Creo que si uno tiene conocimiento, aunque quizás ya algunas técnicas hayan pasado de moda, es bueno transmitirlo a los jóvenes, dar esas experiencias, porque la natación es un deporte en el que es muy importante tener buenos guías, si no hay un entrenador con conocimiento será difícil conseguir las metas, en la natación hay mucho ensayo y error, al igual que sucede en la cotidianidad de la vida”, comentó Camacho.
Su afán, de incluso formarse en temas alimenticios para atletas, reluce más ante el talento emergente que considera que existe en suelo crepuscular. “Hay muy buenos nadadores y con futuro como velocistas, quisiera aportar de forma desinhibida conocimientos sobre la alimentación que debe regir a un nadador, aspecto importante que debe llevarse de la mano con ejercicios y técnicas correctas para que puedan mejorar los tiempos, por fortuna en Lara contamos con excelentes entrenadores”, termina con orgullo.
Quiere un último zambullido
El nadador olímpico larense aún no piensa en abandonar las piscinas aunque ya cuente con 32 años de edad, uno de sus proyectos, que está en veremos, es intentar una preparación en busca de asistir a algunos eventos internacionales y, si el nivel regresa a plenitud, tratar de clasificarse a Tokio 2020 para, con una segunda participación en los Olímpicos, sellar una carrera que ha tenido altibajos, pero de la que ha sabido cosechar los buenos frutos.
“Tengo varios proyectos en mente, siento que para mi condición de nadador de 50 metros libres, aún soy joven y que puedo retomar mi nivel como para intentar volver al olimpismo, sin embargo, es un proyecto que está en veremos, más con la situación país, porque es costoso asumir por cuenta propia una preparación de ese calibre”, confiesa el barquisimetano.
De trazarse esa meta o no, Camacho de igual manera ya vaticina en el futuro que sus retoños asumirán el carril que él deje vacío en las piscinas del Máximo Viloria, cuando decida abandonar las competencias de alto rendimiento. “Mis padres nunca me impusieron natación, de hecho también fui karateca, ellos dejaron que yo escogiera lo que me apasionara y así creo que haré en el futuro cuando llegue el momento de asumir funciones como padre”, dice.
La clasificación a Beijing
El nadador larense se clasificó a los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 el 11 de julio de ese año cuando logró registro de 20.83 segundos, en un torneo que se disputó en Chile. Se convirtió en el criollo 108 que se clasificó a esos Olímpicos y el nadador 13. La marca mínima exigida por la Federación Internacional de Natación era de 23.13.
Camacho en esa competencia mejoró el registro que había logrado en la Copa Italia días antes, también en Chile (23.18), que lo había separado por cinco centésimas de anotarse en Beijing.
Junto al larense compitieron en esta cita los nadadores criollos: Ricardo Monasterio, Crox Acuña, Albert Subirats, Octavio Alesi, Arlene Semeco, Alexis Márquez, Danielle Tirabassi, Erin Volcán, Leopoldo Andara, Yanel Pinto, Andreína Pinto y Erwin Maldonado.