De las guerras en el plano militar, en sentido estricto y guardando las distancias, nos hablan los orígenes de la civilización. De las guerras en plano político, que igualmente siempre existieron asociadas al poder, pareciese que ahora es cuando se visibilizan, en el mundo globalizado de hoy. Más allá del referente cronológico como criterio para el análisis, se entrelazan diversos factores que impregnan de complejidad el tema. Vivimos en medio de una guerra en todos los órdenes: institucional, económico, político, social, mediático, cultural, cibernética, ambiental, entre otros. La diversidad incluye la escala y la intensidad.
América Latina, históricamente ha sido un escenario de guerra. Investigaciones y documentos desclasificados progresivamente así lo comprueban. Con un denominador común: la presencia hegemónica de los EEUU. En 1823, se elabora y proclama la “Doctrina Monroe”, a la cual se opuso abiertamente el Libertador Simón Bolívar. El carácter bélico de esas intervenciones y su giro hacia lo político, se refleja ahora en las denominadas guerras de primera generación y su secuencia. Incluyendo los “golpes de estado” y su derivación hacia “golpes suaves”. El expediente se amplía: Honduras, Paraguay, Brasil.
La década de los sesenta en el siglo pasado y lo que va de este, es harto ilustrativo. De los “golpes militares”, pasamos a los “autogolpes” del Gobierno o Ejecutivo, luego a los del Parlamento y ahora a los del Poder Judicial. Las tesis de Curzio Malaparte (Técnicas de Golpe de Estado, 1937), requieren ser reformuladas. Las nuevas categorías que la práctica genera obligan a reconstruir y
elaborar las teorías explicativas. La “neutralidad de las instituciones” está cuestionada, a la luz del papel que juegan los actores políticos y sus intereses alrededor del poder. Se pone al descubierto la estrategia militar y política. Se refuerza la tesis de Carl Von Clausewitz: “La política es la continuación de la guerra por otros medios.”
En 1962, la “Operación Mangosta” fue implementada por la CIA y el Pentágono, con la anuencia del gobierno de John F. Kennedy destinada a derrocar al gobierno de Fidel Castro, acompañada mediante Orden Ejecutiva, del bloqueo económico, comercial financiero y diplomático al país antillano.
Hay evidencias que demuestran, con la respectiva dosis de duda que cualquiera puede alojar, la intervención planificada de EEUU en el derrocamiento de Salvador Allende y la complicidad y apoyo al golpe de estado de Pinochet.
La puesta en marcha de la Operación Libertad Venezuela, fue expuesta por el General John Kelly, jefe del Comando Sur, en su intervención ante el Comité Senatorial del Congreso norteamericano, el 12 de marzo de 2015. Su sucesor, el almirante Kurt.T. Widd, ha ratificado dicha estrategia en su fase 2, según documento publicado por la Red Voltaire, “sin que el gobierno estadounidense haya negado su autenticidad”.
Las 12 recomendaciones allí contenidas explican el formato de las acciones realizadas por la oposición venezolana, incluyendo la declaración – aparentemente insólita – del presidente de la AN, fijando el plazo de seis meses para la salida del Presidente Maduro, así como su conexión con los personeros de la OEA.
En fin, elementos para el debate y una comprensión más integral del significado de la guerra política que se libra actualmente en el mundo y en Venezuela.