El Gobierno se acostumbró durante 17 años de hegemonía chavista a abusar, atropellar, transgredir y a violar permanentemente la Constitución sin darse cuenta que todos esas arbitrariedades van cansando tanto de la capacidad de resistencia de los venezolanos como de la propia comunidad internacional.
Así lo expuso el Dr. Rafael Simón Jiménez, ex parlamentario, historiador, escritor, docente universitario y analista político en declaraciones para EL IMPULSO.
La Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, que todo el mundo sabe que obedece a pies juntillas las órdenes del Presidente, sacó dos sentencias monstruosas que acabaron de liquidar todo vestigio de legalidad, de constitucionalidad y de democracia.
Esas sentencias que anulaban la Asamblea Nacional desde el punto de vista de sus competencias, que eliminaba de hecho la inmunidad parlamentaria y se le concedían a Nicolás Maduro poderes dictatoriales, rompiendo el principio de legalidad para legislar en materia militar, civil, política, penal y social.
Ese par de sentencias monstruosas terminaron de activar todas las alarmas de la comunidad internacional, porque se trata de un golpe de Estado promovido desde el interior del propio Gobierno, que se entrampó.
Y todo eso produjo una reacción universal puertas afueras. Y puertas adentro, no solamente produjo una reacción que por vía natural se oponen al chavismo y son hoy día una inmensa mayoría, sino además que dentro del oficialismo, que se viene incubando una rebelión y resistencia frente a los desafueros y desmanes de Maduro, se hicieron patéticas.
La Dra. Luisa Ortega Díaz, al margen de su condición de fiscal general de la República, viene de la izquierda radical desde hace muchísimos años, compañera de Duglas Bravo. Es una mujer que tiene trayectoria de izquierda probada y comprobada.
Por supuesto, su actitud de cuestionamiento y su denuncia pública a la ilegalidad y a la quiebra de Derecho, no es más que la expresión de un malestar que viene produciendo en la filas del chavismo y que no encuentra razones para seguir apoyando un régimen, no solamente corrupto, que ha llevado al país a su peor crisis y pretende mantenerse desconociendo la soberanía popular.
Ese desconocimiento es en dos magnitudes: la que se expresó en la elección por mayoría calificada de una Asamblea Nacional y en la negativa del Gobierno en hacer elecciones.
Para los chavistas de corazón eso rompe con uno de los signos más claros de la conducta de Hugo Chávez: nunca se negó a asistir a una elección en cualquier condición. Perdió la reforma constitucional.
Cuando el chavismo se niega a que el pueblo se exprese, está reconociendo que el pueblo está contra el régimen y lo repudia. Maduro está abriendo grandes fisuras en el edificio del chavismo, afirmó el Dr. Jiménez.