La reciente protesta llevada a cabo por un grupo de vecinos de la avenida Baralt, en Caracas, rechazando la toma por asalto y a la fuerza de una panadería a manos del régimen de Nicolás Maduro; así como la organización y determinación de los habitantes de Cabure, en Falcón, quienes al grito de “fuera ladrones” impidieron que funcionarios de la Sundde expropiaran una panadería del sector, debe llamarnos a la reflexión en el sentido de la obligación y responsabilidad con que todos debemos asumir la defensa de la propiedad privada, ya que cuando esta dictadura ataca la propiedad lo que en verdad busca es destruir toda fuente de autonomía del individuo que le permita no depender del Estado y con ello ser artífice de su propio destino, apartándose de toda sumisión y aniquilamiento de su potencial creador.
Así como los vecinos de la Baralt y de Cabure decidieron defender como suyas estas dos panaderías, cada propietario de una panadería debe defender como suya la de cualquier otro compañero del gremio; y así los carniceros defender a los panaderos, y los agricultores, y los ganaderos, y los industriales y en fin, todos defender como un solo bloque lo de todos.
Sabemos que hay miedo, y no es para menos ante un régimen capaz de todo, pero en la medida en que seamos capaces de encauzar toda esa rabia e indignación en una lucha organizada, comportándonos como la mayoría decente y honesta que somos, nos sentiremos con las suficientes fuerzas para enfrentar los atropellos de la dictadura.
Pero así como hay miedo también se identifican dos grupos con comportamientos que nada ayudan a desmontar este régimen de delincuentes. El primero de ellos son los que intentan resolver de forma individual su situación particular apelando a un contacto o un “padrino” que les permita sortear todo el entramado de humillantes controles, doblegándose ante un sistema de corrupción y contribuyendo así, con o sin intención, a oxigenar y estabilizar al perverso sistema, sin importar la suerte que corran los demás.
En el segundo grupo se ubican los que miran a un lado o pretenden pasar agachados, en la ilusión de que a ellos nunca les tocará. A estos últimos cabe recordarles lo dicho por el premio Nobel, Cardenal Desmond Tutu, quien advertía que “aquellos que ante situaciones de injusticia se mantienen neutrales han elegido el lado del opresor”.
En un momento, en que diversas voces reclaman unidad a los partidos políticos, los auténticos actos de rebeldía y desobediencia cívica llevados a cabo en la Baralt y Cabure nos demuestran que la unidad que se requiere para confrontar a esta dictadura mafiosa, no debe limitarse a una unidad meramente electoral y que debe trascender más allá de las organizaciones políticas, incorporando a todos los actores de la sociedad para enviar un mensaje claro al régimen: este pueblo no tolerará más humillaciones y vejaciones y no aceptará bajo ninguna modalidad ser esclavizado, y por ello, apelando a su dignidad hoy Venezuela se rebela para decir ya basta, hasta aquí llegaron.
@JoseAVega